Tuesday, December 19, 2006
Opus 94
Veinte años de música pura
Primer movimiento: despertar sinfónico
Todas las mañanas despierto con Opus 94. Sin música no hay vida después del sueño. Y no conozco mejor manera de abandonar la tumba cómoda que volver a la realidad en un amanecer clásico. Dejarse mover por las obras que nacen del radio despertador suaviza el choque contra la rutina, antes de encender el día con otras músicas y otras noticias. Así fue como los primeros días de junio reviví con la noticia de que la estación del 94.5 en la Frecuencia Modulada, perteneciente al Instituto Mexicano de la Radio, cumplió veinte años de estar al aire.
Segundo movimiento: siempre clásica
Opus 94 es un oasis en el desierto radiofónico, la única estación que capta el radio despertador que uso. A veces también agarra la onda de Radio Universidad, pero se siente como entrar a un castillo viejo y oscuro con telarañas y humedades por todas partes. De repente surge la curiosidad de darle una vuelta al cuadrante para escuchar qué hay de nuevo, ¿y qué es lo que se encuentra?, un panorama de estaciones que suenan repetitivas, aburridas y algunas de plano son inaudibles por sus formatos, contenidos y locutores. Una estación tras otra desfilan emisiones, productores, conductores y anunciantes orientados al consumo voraz y al entretenimiento que se alimenta con los éxitos del reciclaje y del pasado de la música popular: tropical, ranchera, bolero, moderna, grupera, norteña, balada, rock y ese “eclecticismo” con licencia para aplicar la fórmula que utilizan los de la mudanza: a huevo que entra. Opus 94 es una estación que pondera la difusión de la música antes que cualquier otra cosa, en su programación se incluyen selecciones de los períodos barroco, clásico, romántico y contemporáneo, una galaxia de obras maestras con sólo sintonizar su frecuencia.
Tercer movimiento: sin bla bla bla…
¿Será por esta música y por los temas que giran en su universo que las voces de Opus 94 se expresan de manera distinta? En la Zeta hablan como los peseros de Tultitlán, en Alfa como los mamilas de Tecamachalco, en Radio Ibero como intelectuales de Satélite y en Estéreo Joya como peluqueros de Tacuba. Es un alivio notar que en Opus no hay espacio para locutores bocones que parlotean como si tuvieran un perico en la cabeza. Salvo ciertas excepciones, la mayoría entiende de música lo que uno de física nuclear, si acaso saben algo no lo demuestran. Como suele decirse, la música es demasiado importante para dejarla en manos de productores, locutores y operadores así. Chistositos de toda calaña, entretenedores para cada gusto, especialistas de cualquier cosa, multitud de informadores, debatientes de la mesa redonda y chismógrafos profesionales que se dedican al “periodismo de espectáculos”. Bla, bla, bla… En contraparte, las voces de Opus 94 son tranquilas, ecuánimes, oportunas, con profundo conocimiento de lo que están diciendo. Salvo los vozarrones de la maestra Alicia Zendejas y del maestro Eduardo Lizalde, se trata de personas discretas que jamás interrumpen una pieza musical, no le cortan el final ni hablan encima para decir sandeces.
Cuarto movimiento: la misma tonta canción
El que escucha Opus 94 no se expone a la tortura de oír diez veces al día la misma canción, sino a disfrutar la música en toda la extensión de la palabra. Suele suceder que en las áreas de trabajo de algunas empresas sólo hay un radio y para ser democráticos todos tienen que soplarse Estéreo 97.7 dos días a la semana. Ésta es una prueba extrema de resistencia auditiva reservada para los escuchas del absurdo, sólo ellos pueden superarla. Tenemos una idea de los criterios con los que trabajan las estaciones de radio, sus vicios y virtudes, pero ¿qué no tienen más canciones y más música que el sencillo que ponen hasta el hartazgo una y otra vez? En estas oficinas, donde el radio se vuelve un motivo de discordia, Opus 94 es neutral como la Cruz Roja en el área del conflicto; aunque, claro, tarde o temprano surgen los quejosos. La solución es que cada quien se conecte a su gadget favorito con audífonos y fin de la discusión. Entonces se abren otros agujeros de comunicación.
Los hábitos están cambiando. En esta frecuencia, cada vez más personas dejan de escuchar la radio por anquilosada. Lo nuevo es usar las pequeñas maravillas de la tecnología para almacenar y llevar la música sin el ruido que atiborra la señal de las emisoras. Las estaciones radiales en Internet han florecido en todo el planeta y la música está disponible en sitios y páginas, dos clicks y listo. No hay computadora sin programa y sin carpetas musicales capaces de sonar durante tiempo indefinido, libres de cortes y voces indeseables. La gente baja canciones, crea categorías, arma archivos y los intercambia o quema discos con sus canciones preferidas y libera a su dj escondido, capaz de mezclar cantos gregorianos con tecnocumbia. Sin embargo, todavía quedan razones para prender el radio en busca de compañía, una de ellas es Opus 94 y su Inteligente manera de escuchar la radio. Música pura. En este caso, suspender los amaneceres clásicos sería la inmovilidad. Basta con quitarle la música a una persona para notar que su espíritu empieza a morir lentamente. Unas mañanitas sinfónicas para que Opus 94 nos siga despertando veinte años más.
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2 comments:
He escuchado 94 varias veces, se parace mucho a una estación de Guadalajara con el mismo estilo. Música clásica y locutores fantasmagoricos que hablan bonito.
La radio en Villa tiene un severo problema, pocas estaciones y todas iguales. Misma pinche música pop y baladas desgarrantes y pos su puesto "La hora de la bohemia" y "La hora de Luis Miguel" que en realidad son 2 hrs. La internacional y la estatal.
Yo solo prendo el radio cuando traigo el carro, ya no le firula el CD, instintivamente me dan brotes de ansiedad, de eso se trata. Le dejo medio minuto en una estación y recorro los botones del 1 al 6 con la esparanza de encontrar algo mejor y así sucesivamente. El caso es no escuchar nada en realidad.
Interesante y graciosa la forma de calificar a los locutores de Opus 94 como "..que hablan bonito" sin embargo, atrás de lo que hablan, se encuentra mucho estudio y trabajo arduo que respalda cada palabra que sale de sus bocas. Concretamente del Maestro Lucas Hernández Bico locutor y actual Gerente de la estación. Por otro lado, sobre la palabra 'fantasmagóricos"... bueno, supongo que es un adjetivo que le darían los que escucharon a los hablaron en las primeras transmisiones de radio en el mundo. Seguramente no faltó el que pensara que eran fantasmas o duendes que hablaban metidos en esa caja llamada radio.
Felicidades por el blog.
Saludos.
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