No soy papá

Pero sí orgulloso padrino de dos niños que para mí son fuera de serie:

Andrés

Tiene tres años y vive en Miami. Me parece idéntico a las fotos de mi hermano cuando tenía esa edad, sólo que en güero, y tiene un ligero parecido con Daniel el Travieso en versión filosófica. Andrés es serio y melancólico, nació con un problema en los ojos y tras dos operaciones del nervio óptico tiene que usar esos lentes irrompibles que le dan un aire intelectual, cercano al pollo genio que sale con el Gallo Claudio. Es grande para su edad, inquieto y forzudo como una hormiga, creemos que va a practicar algún deporte como el futbol americano (si la vista se lo permite). Por lo pronto es un seguidor incondicional de Dora la Exploradora, le encanta el cheese y tiene un genio de los mil demonios.

Mateo

Tiene seis años y vive en Calacoaya. Mateo es un niño de onda, te saluda chocando el puño, a veces trae una coleta de pelo teñida de azul y usa tenis vans o etnies, igual que su papá. Está en un colegio activo donde acaba de terminar la pre primaria, allí se volvió ecologista y aprendió a ejercer su derecho a la libre expresión, lo cual ha acentuado su carácter alegre y su mente aguda de doble filo. Es una bala para los deportes, le gusta nadar y el futbol, está aprendiendo a andar en bicicleta, es cinta amarilla en el karate y campeón en el x cube. A Mateo le late el rock para chavitos, es fan de Jack (el del Extraño Mundo), de Bob Sponge, y le ha dado baje a mi comadre con su powerbook.