La Frivolidad de Frida All Star (I)

Se terminó el año de Frida Kahlo, pero la fridomanía persiste y amenaza con extenderse. Ahora sí, ya no puedo verla ni en pintura, en parte por su trabajo y en parte por su personalidad, su arte me mal vibra y su figura me parece sobrevalorada y comercializada en un exceso de frivolidad. LOS MONOS DE FRIDA
Para empezar, estoy encontrado con sus colores. Prefiero los colores vibrantes, vivos y encendidos, creo que la luz de un cuadro la da el color, pero los de Frida Kahlo son tan puros, tan chillones y gritones, que terminan por causarme ruido visual. Cosa contraria sucede con su eficacia artística: cuando observo sus cuadros me asalta una angustia profunda, la sensación de sufrimiento permanente, como si la pintora estuviera tratando de conmover y capturar en su dolor al observador para convertirlo en uno más de sus fieles seguidores.
Algo parecido me sucede cuando veo a un Cristo, rodeado de quienes creen que el sufrimiento es adorable. Intuyo que ella sabía del efecto que esto iba a tener al mirar sus cuadros, su manía de autorretratarse sufriendo me lo insinúa. Los monos fridólatras necesitan subirla en un altar con fervor religioso para tenerla clavada en la cama, al grito de ¡Frida Kahlo, sufrió por la patria! La otra razón por la cual evito su pintura es que el arte y la ideología no combinan. Que el artista tenga una postura política es válido y necesario, pero que la obra se vuelva un medio para difundir esas ideas arruina su arte.Pienso que hay formas para lograr que una obra sea combativa o que retrate un momento histórico sin caer en el partidismo izquierdista-derechista. Por ejemplo, Charles Chaplin y sus películas “El Gran Dictador” y “Tiempos Modernos”, críticas feroces al capitalismo industrial y al fascismo militar que no convirtieron al genio del cine en un militante. Es una lástima que las obras de nuestros muralistas empistolados (y la de Kahlo) contengan la ideología del Partido Comunista, antepusieron su compromiso político al artístico, el fusil sobre el pincel.
LA FRIVO DE FRIDA

¿Qué decir de la fridomanía desatada por los herederos del nombre con la pequeña ayuda de Doña Elenita Poniatowska, Doña Raquelita Tibol y Doña Teresita del Conde? Conaculta celebró el centenario de Frida, Bellas Artes montó una exposición que rompió récord de asistencia con más de 400 mil visitantes en dos meses y, encima, los fabricantes, anunciantes y comerciantes aprovecharon el vuelo del mito. Todos como vampiros, succionando cada gota de ganancia posible. Fomento Cultural Banamex publicó un libro de lujo, “Frida de Frida”, designado “el libro del año” por el mismo Banco Nacional de México, que considera a la artista como “el icono más importante del arte mexicano en la actualidad”.Que sea menos. ¿Por qué no decir el producto más importante del arte mexicano para turistas despistados, izquierdosos trasnochados, intelectuales light y chaviza cool? De la mano con este homenaje que duró un año vino la manía, la cara y firma de Frida como marca de tequila, perfume, vestidos típicos y ropa juvenil, muñecas, postales, accesorios y toda clase de parafernalia que los amantes de la moda adquieren, quizá creyendo que la cultura puede comprarse para llevar. La fridomanía ha sido un penoso espectáculo de mal gusto.Sus fans y quienes lucran con su imagen pueden irse de rodillas a la casa azul en el pueblo chic de Coyoacán, estoy seguro de que ninguno de ellos se hubiera sentido cómodo y tranquilo con Frida Kahlo de cerca. ¿O quién estaría agusto con una pintora sufrida y atormentada por el dolor, comunista de pistola y machete y, además, feminista excéntrica? Los del Fomento Banamex no. Como dice Franz, a los genios mejor admirarlos de lejos. Ni tan genial en la pintura. Remedios Varo y Leonora Carrington, las dos contemporáneas más conocidas, fueron técnicamente superiores y no se dejaron llevar por la corriente política de la época.