Wednesday, February 4, 2009

Odisea en Zig-Zag (II)

¿Inestabilidad o Movilidad?

Las Crónicas Mayitas
Conmigo since 2005. Deadhead importado desde Tijuana por Maru Sandoval.

Aterricé en la Península de Yucatán a mediados de octubre con una maleta, la macbook y una bicicleta de montaña. Mi plan era experimentar la vida ahí en busca de un lugar tranquilo y saludable. Mérida me recibió con un clima muy amable, considerando que era la primera “heladez” del año. Alex, el amigo con quien he pasado las buenas, las malas y las peores, me hospedó generosamente en su casa durante dos semanas mientras encontraba un departamento. Por él entré a la agencia de publicidad Kamaleónica, donde es creativo, director de arte, fotógrafo, camarógrafo y editor de video.
Alex Cisneros. www.flickr.com/elquesaltalabarda y www.flickr.com/leconejua

Mérida es la ciuda de los Oxxos
Desde los primeros días nos fuimos a trabajar en las bicicletas, Alex pedaleaba su Kona Firemountain y yo iba en una Specialized Hard Rock con llantas slim para la ciudad y la carretera. En algunas zonas la ciudad es amable para pedalear y los conductores son atrabancados en todas partes. El trabajo en la agencia era el mismo que en las demás pero a una escala distinta. Con los creativos conecté bien, con algunos más: Jessica, Daniel, Felipe, René, Ram y Miguel, salieron cosas interesantes e hicimos un par de campañas. La primera semana me costó acostumbrarme al horario regido por el calor, con dos horas para comer que parecían cuatro, todo el mundo se echa la siesta después de la comida. Y todos usan hamacas. Afuera de la agencia imperaba la calma, vigilada por un exceso de policía y operativos en los que se hacen revisiones y detenciones arbitrarias. Me enteré que Puerto Progreso es la puerta por donde entran las sustancias a la región, que llegaron los zetas y empezaron a disputarse el territorio, que luego sucedió el capítulo de los descabezados como venganza por un pacto incumplido por el Jefe de la Policía, y la historia sigue y se retuerce como una enredadera que cubre la blancura.
Kamaleónica: Felipe y Alex.

Del Nuevo Mundo al Primer Mundo en Bicicleta
Una oficina de gobierno.

Encontrar un departamento que me gustara no fue fácil y tampoco soy muy exigente, a los quince días me mudé a las Suites Imperial y tuve que sufrir la concentración del equipo de futbol Los Venados de Yucatán. Por esos días le eché el ojo a un depa que estaba a una cuadra del Paseo Montejo. El centro de Mérida y la zona norte me gustaron, contrastes al fin, pero me sentía bien entre lo viejo y lo nuevo, donde la cuidad del llamado “Nuevo Mundo”, fundada por Francisco de Montejo hace 466 años, se convierte en una ciudad del “Primer Mundo”.
Las oficinas de Drako Marketing Group donde se encuentra Kamaleónica.

El Paseo Montejo –que también da nombre a la cerveza de la región- es la avenida principal, elegante y arbolada, por la cual resulta un placer pedalear y caminar. A lo largo hay hoteles, restaurantes, bancos y casonas remodeladas como oficinas, tiene grandes banquetas donde se han colocado esculturas de distintos artistas, algunas muy interesantes. Los domingos también dedican carriles para hacer un paseo en bici por la ciudad, los meridanos son deportistas que practican futbol, beisbol, ciclismo, deportes acuáticos y artes marciales. Llegaba en bici cada mañana a la agencia, hacía diez minutos tranquilamente. Luego salía a comer por ahí, a la casa de Alex, solo o con algún compa, y tenía tiempo de leer los periódicos y los correos. Después de las cuatro de la tarde trabajábamos hasta las ocho de la noche. Al salir regresaba en bici y rodaba un rato por la ciudad con toda la tranquilidad del mundo. Hay una vida nocturna familiar en el exterior, sobre todo en los parques, donde se disfruta la noche fresca.
Compañeros de la agencia: Adina, Felipe, Cindy y al fondo Daniel. Foto de Alex Cisneros.

La Luna de los Mayas
Una noche dejé la bici y fui en camión al Teatro Mérida a la presentación de un libro en la sala de cultura. Tenía ganas de leer la novela Bogavante de Adrián Curiel Rivera por una entrevista que leí en la sección cultural de El Financiero. Curiel Rivera es meridano y llegué al lugar a través de Mauricio Bares que me dio los datos de su amiga Eugenia Montalvan en el Instituto de Cultura del Gobierno de Yucatán. Conocí al escritor, intercambiamos libros y platicamos brevemente. Su novela me gustó, los viajeros como uno que emprenden travesías inexplicables la apreciarán.
Con regular frecuencia se organizaban las cervezas en el estudio-galería de Felipe. Una noche fumamos la que permitió al hombre llegar a las estrellas y me quedé mirando por una ventana abierta cual astrónomo prehispánico. Desde el segundo piso se veía claramente la siuleta de una palmera azul junto al hotel Los Aluxes. Un momento después me percaté que la luna estaba llena. Sin embargo, era otra luna. No era la misma que yo conocía, y se me ocurrió que ésta era la luna que han visto los mayas. Por alguna extraña conexión volví a la infancia, a una noche en la casa de mis primos en Ixtapan de la Sal. Estábamos viendo la tele cuando pasaron un comercial que mostraba escenas panorámicas de las zonas arqueológicas y las playas, desde entonces crecí con la idea de que Yucatán era un lugar mágico y misterioso. Y ahora, asomado a la ventana desde la que podía ver la silueta de la palmera solitaria junto al hotel, sentía que toda esa magia y ese misterio se me revelaban de golpe.

66 Kilómetros Planos de Vida y Vuelta
Uxmal. Foto de Alex Cisneros.

Los fines de semana me la pasé en bicicleta conectado al shuffle. Rolé por la ciudad todos los días con el clima cálido a mi favor porque soplaba el aire. Era extraño no sudar, llegaba húmedo pero no empapado. Tuve suerte porque las calles y las carreteras estaban recién pavimentadas con el concreto hidráulico. De hecho, pude estrenar la nueva carretera a Puerto Progreso, 66 kilómetros planos de ida y vuelta. Los primeros sábados y domingos me iba temprano a dar el rol, tardaba tres horas con la calma que flota en el tiempo, jamás había pedaleado en una carretera tan plana, lisa y amplia de ocho carrilles con una cuneta considerable para rodar. Pedaleaba junto a la maleza verde a la hora del amanecer, con la brisa fresca en la cara. Al llegar a Progreso la primera vez me encontré a un grupo de ciclistas meridanos que descansaban en un Oxxo, platicamos y me invitaron a rodar a las seis de la mañana. Me contaron de varias carreteras para pedalear. Cada fin de semana me encontraba a varios que iban y venían como yo.
Desde las seis, apenas entraba a la carretera y encontraba a un grupo de ruteros, entonces me iba con ellos, muy cómodo, platicando. Es tan uniforme y liso que pedaleas sin agarrar el manubrio. En esos recorridos noté la pureza del aire ligero, sentí que pedalear al nivel del mar no cansa porque te oxigenas más, lo que agota es el sol, el calor, y el aire que sopla desde el mar porque viene en contra. En Progreso encontrábamos a otro grupo de ciclistas y se nos pasaba el tiempo contando historias. De regreso el sol ya estaba cayendo fuerte, bajo su brillo percibí una relación directa entre la planicie del terreno yucateco y de la vida en Yucatán; uno como otra son lineales, no hay desniveles ni vueltas, todo sigue un curso lento y recto pero imbatible como la humedad.

Un Mundo Paralelo
Dzibilchaltún. Foto de Alex Cisneros.

En otra ocasión fui a una zona arqueológica Dzibilchaltún, donde también hay un cenote. La zona es pequeña, hay un museo, el pueblito está bien cuidado y tiene un carril para llegar en bicicleta. Lo más curioso es que justo en frente construyeron un Country Club que me pareció fuera de lugar. Al regresar desayunaba fruta, cereal, yogurt y agua antes de acostarme. Este sitio es tan tranquilo que a veces da miedo. Los fines de semana la ciudad parece desierta, no se escuchan ruidos y pocos salen a la calle. Al despertar trabajaba y escribía durante las horas de sol y luego me iba en la bici a comer. El shuffle murió y a la mac le había borrado la música para tener más memoria, así que sólo escuchaba los únicos discos que le había metido de última hora: Earth to the Dandy Warhols y Mighty Rearranger de Robert Plant, ambos estupendos aportes del Franz. Luego de escuchar morir al shuffle y de notar que la bicicleta corría la misma suerte, supe que al final la humedad y el óxido se lo comerían todo. Por mi parte comí lo típico, la cocina tradicional es deliciosa: la cochinita, la sopa de lima, los panuchos, el poc chuc y el relleno negro, todo con salsa de habanero… También iba seguido a Fausto, una pizzería en la Calle 62 del Centro en la que preparan lasaña y pizza dignas de los dioses.Khampa, el gran perro de Alex, alegre y lleno de energía, era la pura vibra. Murió en enero bajo las ruedas de un camión y se fue volando al cielo de los animales, mejor que el de los humanos.

De regreso pasaba a comprar periódicos y revistas, aquí leí por primera vez mi columna La Rueda del Tiempo en Bike a Fondo, también me dio gusto ver el bookie por acá. Hay dos librerías Gandhi y la competencia local, Dante, que tienen varias sucursales y un centro cultural, librerías muy elegantes y una editorial que publica libros sobre la cultura maya. La Península es un mundo paralelo, en Yucatán tienen una versión de todo el espectro económico y cultural del centro y norte del país. Hay gente de dinero, mucho dinero, mientras que el resto de la población vive en condiciones muy jodidas. Las casas antiguas que hay en la zona del Centro dan una idea del lujo con el que se ha vivido aquí. No sé si había estado en una sociedad clasista y racista tan peculiar como la yucateca, dividida en tres “castas” que tratan de conservar su pureza, según me explicaron: la “casta divina”, la “casta beduina” y la “casta mestiza”. Todo el poder político y económico de la región se concentra en las dos primeras.

Y Todo es un Enigma
En el centro de Mérida. Foto de Alex Cisneros.

Sin embargo, aparte del chile habanero que rompe las barreras sociales, todos comparten de alguna manera las costumbres, las tradiciones y la forma de hablar. Hay familias libanesas, españolas, cubanas, alemanas, yucatecas, mayas y la mayoría habla de esta forma que parece un lenguaje desconocido, entre ellos se entienden porque se expresan con vocabulario maya. Las clases media y alta lo aprendieron desde la cuna por sus nanas y la servidumbre. Al escuchar esta forma “aporreada” de hablar y al leer los periódicos como El Diario de Yucatán y el Milenio Novedades, me intrigaba lo extraña que puede ser la mentalidad yucateca, supongo que piensan como hablan porque el lenguaje es una estructura mental, esta lógica indescifrable de decir: “lo busco, lo busco, y no lo busco”, en lugar de: "lo busco y no lo encuentro". No dudo que alguien lo vea fascinante y digno de estudio, pero así es todo aquí, un enigma.
Celebramos el Día de Muertos en la agencia, el Hanal Pixán. Hubo un festival de ofrendas y la comida típica de este día, los pibes o mucbilpollos, un tamal grande como pastel que se envuelve en hojas de plátano y se hornea bajo la tierra. Sólo se prepara y se come en esta fecha, así que me comí dos pedazos grandes con un chile habanero crudo y una Coca fría. Efectivamente, el chile habanero es algo de otro mundo, lo trajeron los extraterrestres.