Thursday, July 24, 2008

Dos Personajes

De niño: Cepillín
Hace un par de meses, cuando trabajaba en una agencia, salí con un amigo por unas hamburguesas y de regreso sucedió: al entrar al edificio me encontré con el auténtico y original Cepillín, el payasito de la tele. Verlo ahí era un misterio, supuse que había ido a grabar algún programa al canal de video que está en el penthouse del edificio. De cualquier modo, era como estar de golpe frente a mi infancia y casi pude percibir el olor de la sopa de fideo que aún prepara mi mamá. Mi reacción fue exclamar ¡Heeey, Cepillín! Y le pedí una fotografía que mi cuate nos tomó con el celular. Aceptó muy sonriente y sorprendido de que alguien como yo lo saludara. Durante mi niñez crecí viendo su programa, lo sintonizaba al llegar a la casa después de la escuela, antes de sentarme a comer (como en ese momento, nótense las burgers al fondo). Siempre me cayó bien por ser un payaso musical, por su prendidez –que hace unos años le costó un infarto- y por traer el pelo largo natural (no peluca). Antes de seguir cada quien su camino le dije que era el primer payaso contracultural de la tele en México (no recuerdo si fue antes o después del Duende Bubulín). Eso lo alegró mucho y una mujer que lo acompañaba –supongo que su esposa y/o su representante- le comentó: “¿Ya ves? Te lo dije…” Hace unos días lo vi en la televisión, lloraba por un problema que tiene con su casa y que lo ha dejado en la pobreza. Pensé en lo triste de la situación, la de ver a un payaso llorando. La vida es tan jodida que le quita la sonrisa hasta a un payaso.
De niñote: Bares
En la preparatoria y en la universidad, apasionado de toda lectura que oliera a contracultura, empecé a leer a Mauricio Bares en la revista La Pusmoderna, en el suplemento Sábado del Unomásuno y en el tabloide de morbo y amarillismo de fondo que editaba con Juan Manuel Servín, A Sangre Fría. Desde entonces lo clasifiqué como un escritor maldito con un humor bendito y no le perdí la pista. Se convirtió en uno de mis favoritos por el filo de su prosa, el humor narcótico y la sofisticación de su escritura, fina y cortante como dos largas rayas de coca en el espejo. Conozco a Bares a través de todos sus libros, El otro nombre de la Rosa (relatos), Coito Circuito (relatos, Moho), Streamline 98 (novela), Sobredosis (relatos), Me ves y sufres (relatos en coautoaría), Ya no quiero ser mexicano (crónicas, editorial Nula) y su más reciente Posthumano, la vida después del hombre (ensayos, Almadía). Y también lo conozco personalmente porque hace unos diez años empecé a frecuentar la editorial Nitro Press, en su departamento de la calle Milán, y a colaborar en la revista Nitro. Es un escritor y editor que ha publicado casi toda su obra y la de otros autores (Juan Manuel Servín, Rubén Bonet, Bernardo Esquinca, Pepe Rojo) de manera independiente en su editorial. En ese tiempo nació una amistad y un día, leyendo uno de sus blogs, descubrí un cuento que se llama Las bicicletas también se embarazan (ahora publicado en Ya no quiero ser mexicano) y supe que Bares sabía sobre la cultura de la bicicleta. Todo eso me llevó a invitarlo a presentar el libro Las Bicicletas y sus Dueños en La Casa del Poeta y luego en Donceles 66, donde nos tomamos esta fotografía en compañía de una de sus alumnas del taller literario.

Bares escribió un texto estupendo titulado Bicis y vuelos que pueden checar en www.rueda-libre.blogspot.com

Para conocer más sobre su trabajo:
www.posthumano.blogspot.com
www.mauriciobares.blogspot.comwww.nitropress.blogspot.com

Tuesday, July 15, 2008

Me he vendido

Así es, todo parece indicar que por fin me he vendido por un par de Converse…Creo que hemos puesto a prueba la democracia del blog como un medio de expresión y de comunicación abierto a todas las opiniones. Todos tenemos algo qué decir y el blog nos permite hacerlo. Desde ese punto de vista, todos los comentarios vertidos aquí tienen razón y validez. Si yo fuera el lector –uno de ustedes- es un hecho que hubiera brincado para opinar descreídamente de esta situación y la hubiera criticado con severidad antes de crucificar al autor de las líneas por cerdo capitalista entregado de rodillas al imperio consumista de mierda. Se las compro. La diferencia es de género periodístico.Cuando escribí un artículo de opinión sobre los Converse de Frida, ignoraba por completo el programa social porque no se había difundido todavía. Y aún así, hubiera dudado seriamente del asunto, de no haber sido porque fui testigo de los hechos. En realidad, la idea original era ir para desenmascarar a los cerdos capitalistas que lucran con la necesidad de los pobres inditos (la teoría del “buen salvaje”, que no deja de ser la postura paternalista de los gobiernos), pero encontré otra cosa.Me da gusto leer opiniones encontradas, que tocan los extremos en zig-zag: lectores ingenuos que pecan de naïfs y otros broncos que descalifican todo con un escepticismo sin fondo, pero no olvidemos que los extremos siempre se tocan. Unos y otros no dejan de ser románticos a su manera. Y está bien, yo era igual o peor de ojetivo –fusión de objetivo y ojete. Hace años hacía un fanzín muy aguerrido llamado El Picahielo y rolaba en el colectivo anarquista Amor y Rabia, la misión entonces era encontrar las fisuras del sistema, pero yo me ponía en un plan tan mamón que encontraba las grietas. En esa época también conocí a un chingo de radicales de aparador, izquierdistas, anarquistas y punks que hoy se pasean por la Condesa vestidos a la moda. O como dice la sabiduría popular: cae más pronto un hablador que un cojo. Vivir a contracorriente como el salmón cansa, pero siempre hay formas de resistencia y de ser marginal sin hacerse el revolucionario. Es muy fácil ser radical cómodamente instalado en una clase media consumista y enajenada.En este caso me tocó estar del otro lado del que se encuentra el lector, no se trataba de una artículo de opinión –como suelo escribirlos-, sino de una crónica puntual de los hechos para publicarse en un periódico. Si ya había vertido mi opinión sobre los Converse en ese diario y en este blog, me pareció que lo justo era publicar la otra cara de la frivolidad. Exponer los hechos tal cual para que el lector sacara sus propias conclusiones, lo cual sucedió de pocamadre. Les agradezco por leer y opinar, debo decir que todos los comentarios me parecieron acertados desde su perspectiva, algunos me hicieron mucha gracia, como las intervenciones de Sonic Reducer, de Carlos Velázquez, del Rulo y las de Sweet Weed.Por principio, mi único compromiso al escribir un texto para publicar es con el lector. Aquí lo que está en tela de duda es la credibilidad que tengo, es interesante saber si me la he ganado en estos años de escribir, bien pude haberme vendido como algunos lo sugieren. Y están en todo su derecho de creerlo, es inevitable, yo también dudaría. Pero no, la única lana que recibiré por esto es lo que pagan en Milenio a los colaboradores y será para la renta del micrositio ahora que no tengo trabajo fijo. Por lo demás, seguiré caminando con mis viejos Chuckies y redactando artículos de ondita polémica.