Monday, December 15, 2008

El mayor ladrón de bicicletas del mundo

“Róbate esta bicicleta”, le dijo un hombre a su compañero cuando iban por el parque Trinity Bellwoods de Toronto, sin imaginar lo que les esperaba. Luego de cortar el candado, Igor Kenk y su empleado Jean Laveau fueron detenidos por tres policías que vigilaban vestidos de civiles, quienes les descubrieron 2 mil 865 bicis robadas.

Esta ciudad canadiense en la provincia de Ontario figura entre las diez urbes más bicicleteras de Norteamérica, con más de un millón de ciclistas que pedalean a diario y un récord insólito en cuanto a robo de velocípedos: 12 mil en 2007. En el verano de 2008, los reportes ascendían a 5 mil biclas, por lo que la policía se vio obligada a implementar el operativo de sembrarlas y esperar a que trataran de llevárselas.
Más de la mitad formaban parte de la colección personal de Igor Kenk, sorprendido con las manos en el manubrio aquella tarde de julio. Nacido en Eslovenia en 1959, ex oficial de policía y ex agente de la KGB (según él), Kenk es un personaje conocido en el ambiente ciclista de Toronto por la mala reputación de su taller The Bicycle Clinic, ubicado en la calle Queen West, donde compraba bicis usadas. Era común encontrar ahí biclas robadas y sus dueños sostenían acaloradas discusiones con él antes de pagarle hasta 40 dólares por recuperarlas.A pesar de las 58 acusaciones que había en su contra, la policía poco podía hacer al respecto por la falta de registros. Al comprar una bici en Canadá es necesario registrarla, de lo contrario no se puede comprobar que sea robada. Kenk se defendía alegando que ignoraba el origen de las bicis, él las compraba sin saber de dónde provenían.
De 49 años, casado con la pianista y concertista Jeanie Chung, el tipo es descrito por sus vecinos como antisocial y conflictivo. También es famoso por su “labor social” de contratar a gente de la calle y ex pacientes de una clínica mental, como el detenido Laveau, quienes “trabajaban” para él y formaban una red de ladrones de bicicletas.
Después de su arresto la policía cateó doce propiedades que rentaba, incluyendo una lujosa residencia en Yorkville donde vivía con su esposa. En total se le encontraron nada menos que 2,865 bicicletas almacenadas sin razón alguna, además de una estatua de bronce del escultor Misha Frid y siete kilos de distintas sustancias: yerbita, cocaína y crack. Para nadie es un secreto la relación de los ciclistas con las sustancias, a cada rato nos enteramos de ello y hay casos como el del fallecido Marco Pantani, pero a don Igor se le pasó la manita. Era tal la cantidad de bicis en las bodegas, su casa y el taller, que un escuadrón de bomberos tuvo que sacarlas por las ventanas utilizando cuerdas y escaleras, ante lo cual, comentaron, Kenk se deshacía en llanto.Los motivos del ladrón son un misterio, ni él mismo ha logrado explicar en el juicio que se le sigue qué pretendía hacer con tantas bicis. Ante tal enigma, se han elaborado distintas teorías: se supone que las coleccionaba, una vez robadas se “enamoraba” y no podía deshacerse de ellas (quizá de niño siempre deseó tener una y nunca la tuvo). Otra es que esperaba un aumento en el precio de los metales (acero y aluminio) para fundirlas y venderlas. Otra más, que esperaba una gran crisis de energéticos, empezaría a vender bicis cuando la gente dejara de usar el coche por el elevado precio de la gasolina…
Como sea, el gobierno de la ciudad concentró las casi 3 mil cletas en un garage público y las acomodó por marcas para que las personas pudieran acudir, los sábados y domingos, a identificar la suya. A finales de septiembre casi 500 bicicletas habían sido recuperadas por sus dueños, se dice que algunos incluso dejaron escapar lágrimas de felicidad.
La captura de Kenk provocó todo tipo de reacciones. La policía estaba desconcertada, en 30 años no habían tenido un caso semejante. Los “empleados” del taller lo defendieron, al igual que su abogado, pero la mayoría de los ciudadanos lo considera “el hombre más odiado de Toronto”. La comunidad ciclista condenó su proceder y cuestionó a la policía: ¿por qué tardarse tanto en actuar a pesar de los señalamientos y acusaciones? ¿Por qué esa falta de interés en el robo de bicicletas, siendo que Toronto es una capital ciclista? Y, finalmente, ¿por qué no colocar chips en las bicis para poder detectarlas? Esta comunidad ha comparado a Kenk con los ladrones de caballos del Viejo Oeste, lo más detestable entre los amigos de lo ajeno. En aquella época, un hombre sin caballo tenía pocas posibilidades de sobrevivir. El robo de una bicicleta es mucho más que eso, no sólo es quitarle a una persona su medio de transporte y de trabajo, muchas veces también se le arranca una parte a ella. Alegan que los ciclistas aportan muchos beneficios a la sociedad: menos tráfico, menos contaminación y menos ruido, por lo que piden una condena ejemplar para Kenk.Sin embargo, salió de la cárcel en agosto con una fianza de 275 mil dólares y está en espera de sentencia. Quedó confinado en su casa, en arresto domiciliario y, lo peor, sin poder tocar siquiera una bicicleta o sustancia alguna salvo por prescripción médica. Al salir de prisión se dijo “un hombre muerto”, refiriéndose a la cantidad de ciclistas que lo buscarían para cobrarse con mano cerrada y pedalear su cabeza. Quién sabe cuál será su futuro, por lo pronto el cineasta Alex Jansen ya realiza un documental muy al estilo de Vittorio de Sica. Lo único seguro es que será recordado como el mayor ladrón de bicicletas del mundo.

*Publicado en Milenio diario, domingo 14 de diciembre.

Tuesday, December 9, 2008

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"Las Bicicletas y sus Dueños"
El primer libro hecho en México sobre la historia de la bicicleta.


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Porque todos aprendimos a leer y a pedalear en la infancia.

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Monday, November 17, 2008

El asesinato de la contracultura sicodélica

Este libro cuenta una vida jalada por caballos de fuerza. En un vértigo existencial que viene desde el underground de los años 50, el autor despelleja a la mítica contracultura de los 60, a la que considera una bola de melosos ingenuos y un montón de basura intelectual.

Gonzo y los infil-traidores

De acuerdo con las revelaciones recientes de Mark Young, ex agente del FBI, los Ángeles del Infierno intentaron matar a Mick Jagger en 1969 mientras descansaba en un yate cerca de Nueva York ("Tormenta frustra el homicidio de Jagger", Publimetro, 03-03-08). Los motociclistas querían vengarse porque el cantante los culpó de la muerte de Meredith Hunter durante el concierto de Altamont. El grupo de rock y el club de motoristas se cargaron el muerto unos a otros, pero la historia oficial absolvió a los divos rockeros de calentar a la multitud llevándola hacia el precipicio y de contratar los “servicios de seguridad” del club. Ante los medios y los intelectuales fueron los motociclistas quienes asesinaron a la contracultura a puñaladas.
Con seguridad el ex agente Young fue un infiltrado, lo que el autor identifica como lo más bajo de este mundo en el capítulo Rats, infil-traitors, and goverment informants. Existen informantes protegidos que son buscados por el club, como Anthony Tait y George Wethern, quien publicó el libro Wayward Angel. Hunter Thompson recibió un trato similar, su clásico H.A. A strange and terrible saga casi le cuesta la vida cuando varios miembros del club lo patearon en Bass Lake. El reportaje del Gonzo terminó siendo un libro de texto obligatorio para policías "lleno de exageraciones, desvaríos, alucinaciones y mentiras típicas de un escritor" y el buen Thompson "un niño chillón y un pinche cobarde, un farsante".
Música de motores
Sonny Barger no es Tom Wolfe, pero atraviesa por las páginas de su Electric Acid Kool Aid como el "Jefe Supremo de los Ángeles del Infierno" (Capítulo 13, el número biker para identificar al fumador de yerba). Nadie mejor para contar la historia del club de Oakland que su fundador. Se podría pensar que es un libro escrito a cadenazos, lo sería si el autor no tuviera publicadas tres novelas, un libro de memorias y esta autobiografía que le quita lo fresa a cualquiera. Nació pobre en Modesto, California, en 1938, y fue abandonado por su madre a los 4 meses. Desde niño sintió atracción por las bicis y las motocicletas porque le daban independencia y libertad, así que se compró su primera moto Cushman al cumplir los 13. Cuando su padre lo abandonó a los 16, dejó la escuela e ingresó al ejército, pasó dos años en la base militar de Oakland adiestrándose con ex combatientes que le mostraron el cariño por las armas y las Harley-Davidson. Al ser dado de baja por falsificador se unió a varios clubes de motociclistas, hasta que en 1957 formó su grupo de inadaptados motorizados al que dirigió con disciplina y estrategia militar. En la película The Wild One de Lazlo Benedeck (basada en el incidente de Hollister en 1947, que llamó la atención de la opinión pública sobre los rebeldes), Marlon Brando y Lee Marvin protagonizan una guerra entre dos clubes rivales. Barger, en cambio, se dedicó a pactar alianzas para formar una red de clubes que hoy se extiende por más de 10 países, una legión que aún lo considera su máximo líder.
Después de 30 años como presidente del club, dos décadas en distintas prisiones y más de un millón de millas en chopper, parece un personaje indestructible como sus motos. A sus 70 sobrevive a un padre alcohólico, peleas, accidentes, sustancias, persecuciones, cárceles, balaceras, explosiones, traiciones, matrimonios y al cáncer de garganta. Hoy maneja su taller de custom bikes en Arizona, monta a caballo y escribe con calma su historia en la que da otra versión de los hechos, suficiente para ponerle los pelos de punta al Dr. Racionero y a su gran tradición individualista: la rebelión juvenil de los 50, la sicodelia de los 60, la Era de Acuario, los hippies, el activismo pacifiista, el folk de Dylan y el rock ácido de Blue Cheer (formado por un miembro de San Bernardino), Haight & Ashbury, la paranoia policiaca, la mafia de los 70 y los juicios de los 80.
Jesús murió, podemos correr
El libro es un breve tratado de motocicletas, el autor no repara en escribir sobre la evolución de las Harley-Davidson y el nacimiento de las choppers. De igual forma, repasa las extrañas vidas de sus compañeros, esa hermandad de marginales en moto con un código de honor y unas reglas inquebrantables. Pero sobre todo ofrece una visión distinta de esos años cuando narra los orígenes del club y las correrías en sus máquinas diabólicas: su guerra con la policía (OPD, FBI, DEA, RICO), el patriotismo exacerbado y la atracción por la parafernalia nazi. Los detalles sobre su relación con los Beats y los Merry Pranksters (Neal Cassady, Allen Ginsberg, Ken Kesey, Jerry Garcia) son reveladores. Los conciertos de rock pactados con Grateful Dead, la distribución del LSD de Owsley, los ángeles de indias para probar sustancias, el tráfico de armas y cocaína; en fin, el behind the scenes de los pasajes más floreados de aquella época.
La escritura de Barger es concisa y densa, no se anda con rodeos ni adornos pretensiosos, su arte es el de sobrevivir a su estilo de vida para contarlo. Pragmático en su interpretación de la realidad y conocedor de la naturaleza humana, ignora la teoría y la filosofía para exponer los hechos concretos. Escribe a secas y tiene un sentido del humor gandalla y oscuro, mencionar las cosas y las situaciones le basta para tener al lector como un pasajero, sabe que su kilometraje le da para contar historias por el resto de sus días. Es una joya el capítulo de Altamont, donde le puso una pistola en la espalda a un Keith Richards asustado que se negaba a tocar. O el del Día de Vietnam en Berkeley, donde su interés era darle un susto a los ricos pacifistas que los espetaban por ser veteranos y arrancarle un anillo de bombardero a Jerry Rubin (fundador del YIP y los yippies) con todo y dedo. El capítulo de las prisiones es un auténtico blues en el que, lejos de caer en discursos moralinos, describe el pensamiento del encierro que lo llevó a dejar sus peores adicciones tras las rejas y de paso terminar la secundaria, tocar la guitarra, levantar pesas y leer todos los libros que pudo. Adentro estaba mejor o siempre salió fortalecido de la cárcel.

Un documento de morbo contracultural. Lectores de Alan Watts, absténganse.

Hell’s Angel, the life and times of Sonny Barger and the Hell’s Angels Motorcycle Club. Ralph Sonny Barger with Keith & Kent Zimmerman. Perennial, 2002.
* Texto publicado en la revista Replicante #17 dedicada al tema "El lado B de la Historia".

Monday, November 10, 2008

Guadalajara

Nos vemos el jueves 13 de noviembre
Presentación del libro "Las Bicicletas y sus Dueños" y charla ciclista.
Invitan: Guadalajara en Bici.
Exconvento del Carmen, 20:30 hr.
Av. Juárez 638

Monday, October 20, 2008

Las Bicicletas y sus Dueños

La Orbea de Nico*

Morir en bicicleta es algo reservado para unos cuantos. Modelo, actriz, cantante y compositora, la diva dark murió a los 49 años mientras pedaleaba en la isla española de Ibiza. De seguir en este mundo, el 16 de octubre Nico hubiera cumplido siete décadas.
La rubia de ojos profundos se llamaba Christa Paffgen, trágicamente hermosa desde su nacimiento en 1938 en Colonia, Alemania, durante el nazismo. Su padre desapareció en un campo de concentración al iniciar la 2ª. Guerra Mundial y ella creció en Berlín, a salvo de los comunistas pero en las garras de su madre. Ahí, la ambición materna encontró en la extraordinaria belleza de su hija el motivo perfecto para sacarla del colegio e iniciarla en el modelaje a los trece años.
Sin duda su vida fue como una canción triste y llena de excesos cuyo final llegó en 1988, hace 20 años, aquella tarde calurosa de julio. Salió a dar un paseo y la encontraron tirada junto a la bici, víctima de un infarto y del golpe al caer. Su muerte en la isla blanca de España ameritaría que la canción fuera del otro blues, Bulerías de la Nico interpretada por el Camarón y el Tomatito, o una escultura de la maja en el lugar de los hechos tipo la Cabeza de Toro de Pablo Picasso (el sillín de bici con el manubrio como cuernos), quien solía vacacionar en aquel lugar.

Por ubicación geográfica suponemos que Nico pedaleaba una bicicleta ibérica de gran tradición, la Orbea crucero que hoy se denomina Cross Leisure, diseñada para dar paseos con calma, la típica de renta para andar de turista, dominguear por el pueblo y la ciudad e ir a la playa. Es una bici para montar en zonas sin muchos relieves, estable y cómoda debido a su diseño robusto, al confortable sillín y a que permite ajustar el manubrio para ir en posición vertical. Las primeras fábricas españolas de bicicletas surgieron después de 1900, Béistegui Hermanos (BH), G.A.C. y la más conocida de todas, Orbea. Esta empresa familiar, creada por los hermanos Juan Manuel, Mateo, Petra y Casimiro, inició en 1840 siendo una fábrica de rifles y pistolas en Éibar, País Vasco. Medio siglo más tarde, los hijos Jacinto, Valentín y Juan la convirtieron en Orbea y Compañía, construyeron una hidroeléctrica y abrieron otra fábrica en Argentina. Pero en 1926 los problemas familiares la dividieron en dos empresas: Hijos de Orbea, que siguió fabricando armas y cartuchos; la otra, Orbea y Compañía, cambió las armas por las bicicletas. En esos días la bici se popularizó en España, pues solía ser un pasatiempo de la clase alta, a pesar de que en 1936 se detuvo la producción por la Guerra Civil hasta el 39. Para 1950, Orbea despuntó al introducir una bici con motor, la Velosolex.
En esa década de los 50 la carrera de Nico despegó cuando se fue a vivir a París para quedar enmarcada en las revistas de moda y en las pantallas de televisión. Así la descubrieron varios cineastas y fotógrafos fascinados por su sensualidad con quienes trabajó: Nico Papatakis (a quien le debe el sobrenombre), Alberto Lattuada (La Tempesta), Rudolph Maté (For the First Time), Jaques Poitrenaud (Strip-Tease) y Federico Fellini (La Dolce Vita). Para entonces hablaba alemán, inglés, español, italiano y francés, sólo le faltaba tener un hijo y tuvo a Christian Aaron con el actor Alain Delon al iniciar los 60. En esos tiempos, justo cuando se levantaba el muro en Berlín, Nico entraba al mundo del rock por la vía de la seducción a través del guitarrista de los Rolling Stones, Brian Jones, quien la llevó a grabar “Im not sayin” con Andrew Loog Oldham y Jimmy Page.
Ya encarrerada se ligó a Bob Dylan, el que le escribió “I’ll Keep It With Mine” y la presentó con Andy Warhol. De inmediato logró integrarse al círculo de superstars que frecuentaban The Factory, el antro-estudio del artista, y figurar en su película Chelsea Girls. Después fue corista de Velvet Underground, el grupo de Lou Reed, John Cale, Sterling Morrison y Maureen Tucker que tocaba en el performance multimedia Exploding Plastic Inevitable. De este proyecto resultó el disco The Velvet Underground & Nico, el clásico de 1966 con la portada del plátano. Ella sólo canta tres canciones: “All Tomorrow Parties”, “Femme Fatale” y “I’ll Be Your Mirror”, que le bastaron para coronarse como la reina del rock de cabaret. Los egos los llevaron por caminos distintos, el grupo se convirtió en una referencia musical obligatoria y Nico se reafirmó como una artista fascinante y misteriosa. Conoció al cineasta Philippe Garrel y filmaron 10 películas, también fue prolífica en relaciones con rockeros peligrosos como todos los mencionados, además de Jim Morrison e Iggy Pop, al que contagió de gonorrea y un gusto especial por el vino francés. Entonces la estrella de esta bicicleta adquirió, entre otros, el hábito de la heroína.
Durante los 70 la voz aterciopelada grabó discos solistas bajo la producción de los excelsos Cale, Brian Eno y Phil Manzanera: Chelsea Girls (con canciones de Dylan y Jackson Browne), Marbel Index (ella escribió todo, además tocaba el piano, el harpsicordio y el pandero), Desertshore y The End. Su figura creció en los 80 por ser inspiración reconocida de Patty Smith, Siouxsie, Bauhaus y Dead Can Dance, lo cual le dio un status de culto en el mundo musical que no se opacó cuando se supo que había iniciado a su hijo de 17 en la heroína. Él había probado el LSD en el vientre de su madre, ya tomaba alcohol y chupaba anfetaminas a los cuatro años. Ella siguió grabando discos seductores y abismales como Drama of Exile, Camera Oscura, Heroin, y cantando en vivo con su dolor interminable hasta el último concierto en 88, Fata Morgana.
En 1975 Orbea cambió de dirección y se instaló en el municipio de Mallavia, Provincia de Vizcaya, donde aún continúa, y tras una severa crisis empezó a formar parte de Mondragón Corporación Cooperativa. Hoy fabrica bicis de ruta, de montaña y crucero, su especialidad son los diseños de fibra de carbón, sus famosos cuadros Orca y Ordu, así como el Oiz y sus dobles suspensiones. La compañía suele organizar competencias y patrocinar a equipos de ciclistas, hoy lo hace con el Euskaltel-Euskadi de ruta, además de tener el suyo desde 2005. En años recientes la marca ha crecido fuera de España, un país que se distingue por su cultura de la bicicleta, los avances que han logrado en sistemas de transporte urbano (www.bicing.com) y sus grandes ciclistas: Miguel Indurain, Pedro Delgado, Luis Ocaña y los actuales Carlos Sastre, ganador del Tour de Francia 2008, y Alberto Contador, considerado el mejor del mundo este año por llevarse el Tour 2007, el Giro de Italia y la Vuelta de España 2008.
Morir en bicicleta suena a título de canción tocada por Ojos de Brujo. En el Tour de Francia de 1967, el británico Tom Simpson sufrió una caída y fue auxiliado por los espectadores para seguir pedaleando unos metros más, sus últimas palabras antes de caer muerto por colapso fueron "Put me back on my bike". Así pues, una artista de la talla y encanto de Nico no podía partir de manera común y estática. Meses antes del infarto se había impuesto un programa para dejar la heroína tras casi dos décadas de hábito, pero su corazón roto y cansado no soportó el paseo final. Murió por hemorragia cerebral unas horas después de caer. Salió de este mundo en fade out, pedaleando como esas musas de largas cabelleras que montaban bicicletas antiguas en el cielo nocturno.
Como una estrella rodante.

* Publicado en Milenio Diario, El Ángel Exterminador.



Sunday, October 5, 2008

Fierro por fierro

Desaparecen el Toreo de Cuatro Caminos y una galaxia de recuerdos*

La Ciudad de México cambia de fisonomía y empieza a olvidar. En una de tantas cirugías se queda sin esa protuberancia metálica, el Toreo de Cuatro Caminos, que terminó sus días en la perfecta inutilidad, salvo servir como punto de referencia y domo de los recuerdos.
Adriano e3: www.e3colectivo.blogspot.com

Como viajero de Satélite y habitante de esta peculiar comarca de neón he visto el Toreo toda mi vida al ir y venir del DF. Ahora es extraño ver que lo desarman como si fuera un juego de mecano: 1,800 toneladas de acero y cada fierro está impregnado de óxido reminiscente. El panorama urbano es otro sin la cúpula de 60 metros de altura que siempre me pareció una enorme nave espacial lista para despegar. Hoy se desintegra y en el aire flota esta sensación semejante a la de los sueños: es la misma ciudad pero en una dimensión desconocida, el equivalente a vivir atrapado en un capítulo de la teleserie. Algo no cuadra para las colonias en las órbitas del suburbio.

El futuro que nunca llegó
Deborah Galván

Este monumento de ciencia ficción estuvo ahí 61 años, la mayor parte del tiempo en desuso. El ruedo se estrenó en noviembre de 1947, en sustitución del Toreo de La Condesa, cuando Naucalpan era una zona rural (¡ahora sí estamos entrado a la modernidad industrial, ajúa!), pero la obra nunca se terminó y así albergó a la fiesta brava durante 20 años. En sus arenas pisaron toreros y toros de todas las tallas, Luis Castro, Lorenzo Garza y Joselito Huerta, entre los más citados. Se le llamó el Toreo de Cuatro Caminos porque ahí se encontraba la intersección de la Ciudad con los pueblos de Naucalpan, Cuautitlán, Tacuba y Huixquilucan. Desde entonces era un punto de referencia.
Deborah Galván

Con el paso del tiempo y el tráfico, el Toreo se convirtió en un centro multiusos donde se realizaban eventos masivos de cualquier tipo. La estructura metálica que lo cubría se construyó en 1968 y luego tuvo el techo de lámina que brillaba a lo lejos por el sol. Con la promesa del futuro que nunca llegó, la nave espacial no lograba despegar. A veces funcionaba como escenario de conciertos, peleas de box y lucha libre, mítines políticos y otros espectáculos. Desde Antonio Aguilar hasta los Chemical Brothers hicieron cantar y bailar a sus seguidores. Por ese ring pasaron Rubén Olivares El Púas y Julio César Chávez, El Santo y Blue Demon. Pero ni así voló el armatoste. Hubo shows de calidad, hasta que el PAN lo tomó como circo de lanzamiento para sus candidatos: Maquío, Fox y Calderón arrancaron ahí sus campañas.
Deborah Galván

El lugar no era rentable con eventos aislados porque costaba un dineral mantenerlo. Hace un par de años, al trabajar para una agencia de publicidad, pude subir y caminar sobre la superficie cual astronauta en la luna para tomar medidas, fotografías y video. Sin embargo, el costo era impagable para el anunciante y no se concretó el proyecto. A pesar de ser un fracaso comercial, el Toreo tuvo importancia en la configuración de la Zona Metropolitana. Como se sabe, ahí se encuentra el límite del Estado de México y el Distrito Federal, donde ahora se pretende construir un segundo piso de cuota hasta Lomas Verdes. En su perímetro también se encuentra la estación donde termina la Línea 2 del Metro: Cuatro Caminos.

Santo llamando a Lunave
Adriano e3

Más que eso, en su domo el Toreo contuvo momentos de épocas pasadas, una galaxia si sumamos a las personas que pasan a diario o que alguna vez estuvieron adentro. Existen las resonancias de los conciertos de rock, empezando por el de Joe Cocker a mediados de los 70, cuando le daban sus epilepsias etílicas. Un asistente recuerda que la policía se dio vuelo madreando chavos, que el maeeestro de ceremonias era Luis de Llano y Xavier Bátiz el telonero (seguro dijo que le enseñó a cantar el blues a Pepe Vergón); encima, Cocker estaba tan pasado que su presentación no duró ni seis canciones bajo la lluvia. Festivales de rock hubo algunos a pesar de la mala acústica, estuve en un par de ellos en los que tocaron Mano Negra, Cypress Hill, Café Tacuba, Maldita Vecindad y Tijuana No, entre otros. De hecho, Café Tacuba tiene un disco titulado así, el Cuatro Caminos. La tocada más memorable sucedió en el antro trasero llamado La Viuda, donde una vez Ice-T y Body Count rompieron tímpanos.
Lo que atesoro del Toreo es la lucha libre. Mi tío Eduardo siempre ha sido un gran aficionado y durante los 80 ahí se disputaron estupendas máscaras y cabelleras. Todos los primos íbamos con él a las luchitas, entrábamos en tropel con nuestro programa y el cono de pepitas. Ahí vi por primera vez al Lizmark, al Canek y al Mil Máscaras, pero el que más me impresionaba por salvaje era el Perro Aguayo con su greña revuelta de sangre y sudor. Fue en el Toreo donde el Santo se despidió, el Enmascarado de Plata luchó por última vez en septiembre de 1982.

Where is my mind?
Adriano e3

Pero las luchas también se terminaron y el inmueble se ocupó en ocasiones. Nike hizo una activación de marca y fue el set de la serie de televisión Capadoccia, la cúpula anunciaba una cadena de tiendas y el triste fin corrió a cargo del panista argüendero Germán Martinez. Sin duda somos testigos del fin de una época, hasta al Yankee Stadium le tocó caer. ¿Qué sigue? Se ha dicho que por ahí pasará el Viaducto Bicentenario, que se construirá una plaza comercial y un corporativo, que un desarrollo residencial y torres departamentales… o todo eso y más en un terreno de 30 mil metros cuadrados. Es una necedad seguir construyendo donde se necesita un parque con áreas verdes y suficientes árboles. Pero eso es impensable para el presidente municipal José Luis Durán Reveles y para el gobernador Enrique Peña Nieto, tan ocupados en devastar hasta el último metro cuadrado del Estado de México y construir puentes, centros comerciales y fraccionamientos sin planeación alguna.
Adriano e3

Mientras desmontan la estructura de acero también desmantelan los recuerdos de una ciudad que va perdiendo la memoria en cada viga. Su desaparición es el último espectáculo que ofrecerá. Eso me recuerda el final de la película The Fight Club, la urbe se derrumba y suena la canción de los Pixies, Where is my mind?

* Texto publicado en Milenio Diario, 5 de octubre de 2008.


Maru Sandoval y su amigo y servidor estaremos en la Feria del Libro de la Ciudad de México para presentar "Las Bicicletas y sus Dueños". Sábado 11 de octubre, Zócalo de la Ciudad, 11 am, Carpa de Cine Gritos y Susurros.

El libro estará a la venta durante la feria en el stand de
Textofilia (www.textofilia.com), carpa de Editoriales Independientes, junto al Foro Joven y Metro Zócalo.

Thursday, September 25, 2008

Ley de Murphy al Cubo

La manzana de la vida

Tienes hambre, llevas días sin comer y ves una manzana en un árbol. Es la última y puedes imaginarte mordiéndola, saboreas esa oportunidad que la vida te puso para seguir. Tratas de bajarla, pero no la alcanzas. Así que vas a tu casa y sacas un banco, tampoco es suficiente. Regresas a tu casa y buscas la escalera de madera, encuentras una y descubres que está rota. Buscas un martillo para repararla y el martillo no aparece por ninguna parte. Tocas en la casa del vecino para pedirle su escalera y no tiene. ¿Un martillo? Tampoco. Te diriges a la carpintería para pedir prestadas las cosas, pero es sábado y el carpintero ya cerró, abre hasta el lunes. Das vueltas al árbol, pensando cómo bajar esa manzana. Lo intentas todo: tirarle objetos, sacudir las ramas, bajarla a palos. Y la manzana sigue como si nada. Tratas de escalar el árbol, pero te caes y te lesionas.
Esperas todo el domingo con hambre, enojado y adolorido. Llega el lunes y tienes más hambre que nunca. Regresas a la carpintería, pero la esposa del carpintero te dice que su esposo acaba irse hace cinco minutos y se llevó la escalera. Por supuesto, también el martillo. De nuevo vas al árbol, ahí está la manzana, pero por alguna razón no puedes tomarla. Es la Ley de Murphy al cubo. De pronto ves que alguien se aproxima y la manzana cae a sus pies como tirada por el aire. La persona la recoge y la muerde felizmente. Tratas de reclamarla, tú llevas días luchando por ella, si se cayó fue porque la dejaste flojita. Tienes que aprender a atraer lo bueno, te dice la persona, como yo que atraje esta manzana sin proponérmelo. Y sin esforzarte, piensas. Te vas a buscar otra manzana con buena actitud. Ni hablar, así es la vida.

* Xilitla, San Luis Potosí. Esta escalera hacia ninguna parte se eleva en el jardín surrealista del genial Edward James. Foto: Arlekin. www.viajeros.com

Sunday, September 14, 2008

Johnny y los Ramones

los héroes que le dieron independencia al rock*

El 16 de septiembre de 2004 murió Johnny Ramone, el guitarrista de punk-rock más rápido del planeta y fundador del grupo que alcanzó la inmortalidad con tres notas: los Ramones, cuyo grito de independencia para declarar la rebelión musical en los 70 fue el fabuloso Hey ho, let’s go! de Blitzkrieg Bop.
Nacido John Cummings en 1951, era el hijo problema de una familia trabajadora de Long Island que terminó la secundaria en un colegio militar. Cummings creció escuchando a Elvis y a los Beatles en Forest Hills, un suburbio neoyorquino donde soñaba con ser beisbolista o rocanrolero. Perdido el sueño de lanzar y batear porque nunca lo aceptaron en ningún equipo, dedicó el resto de sus días a tocar un rock furioso como su carácter.
En 1974, Cummings trabajó como albañil para comprarse una guitarra eléctrica Mosrite que le costó 50 dólares, el instrumento fundacional del grupo integrado por puros freaks del vecindario clasemediero de Queens: un dealer armado de nombre Douglas Colvin, un loco enorme llamado Jeff Hyman que vivía en el sótano de una galería de arte y un asistente de estudio musical, Thomas Erdelyi, con quien Cummings había tocado previamente en los Tangerine Puppets. Los cuatro cambiaron sus nombres y adquirieron una identidad urbana contraria al glitter de la época. Tras varios ensayos y ajustes en el periodo de gestación nació el cuarteto metido en chamarras negras y jeans rasgados: Johnny Ramone en la guitarra, Dee Dee Ramone en el bajo, Joey Ramone en la voz y Tommy Ramone en la batería. Aunque en ese momento sólo tenían nociones de cómo tocar sus instrumentos, estaban en el camino de cambiar el curso del rock.

¿Qué hay de nuevo, viejo?
Los Ramones modificaron la base musical sin proponérselo. Ellos sólo querían tocar algo emocionante para matar el tiempo, sin pretensiones artísticas, carente de habilidad, recursos económicos y aires intelectuales. Limitados hasta para tocar sus covers favoritos de los 50 y los 60, se vieron en la necesidad de crear un rock al alcance de sus monótonas capacidades, inventaron sus canciones, sounds a likes de aquéllos viejos hits. El resultado fue una contradicción auditiva, un choque del que brotó un pop en extrtemo agresivo y visceral, canciones cortísimas, particularmente veloces pero melódicas, guiadas por el zumbido ensordecedor de la guitarra, un ritmo desesperado y una voz gangosa por la sinusitis que cantaba acerca de matar por la espalda, golpear con bats de beisbol e inhalar cemento. Si bien no eran los únicos en esa escena poblada de auténticos talentos (Patty Smith, Television, Talking Heads), para horror de éstos sí fueron los más originales en ese momento y en su lugar de origen, el CBGB. El motor del cambio no fue la aptitud ni la aspiración creativa, sino la actitud y la enjundia con la que acometieron a la música y a la escena de su época.
Parafraseando a Bugs Bunny, ésta era la nueva forma de hacer el viejo rock. Que una banda de garage irrumpiera en el reino grandilocuente de las estrellas con la idea básica de un rock elemental, salvaje y alterado, era visto como un chiste o una amenaza. Less is more, de la mínima expresión lograron la máxima explosión, cada disco y cada presentación eran una catársis eléctrica y un elogio a la simpleza. El principio de Tommy al respecto era eliminar lo innecesario y concentrarse en la sustancia. Y se mantuvieron fieles a esto que más tarde se definió como un concepto de rock minimalista. Esta idea musical se desgastó sin perder su energía primaria, un impulso que prendió a varias generaciones para aplicar el pensamiento Do It Yourself y producir el llamado rock independiente, cooptado por la industria del entretenimiento en cada ciclo. El garage rock siempre ha existido y seguirá sonando, pero el efecto punk de 1974 se repitió en 1984 con el hardcore; en 1994, con el grunge, el happy y la música alternativa; en 2004, con el emo y el indie.

De albañil a arquitecto del punk rock
Con su guitarreo feroz, Johnny cimentó un rock sólido. No lograba tocar las notas normales en el tiempo indicado, por eso empezó a tocar tres notas a una velocidad inaudita. Lo único que tenía claro era el empeño contracorriente de tocar un rock sin trazas de blues para sonar distinto. Los Ramones, aprendices empíricos, trataban de seguirlo y cada uno fue improvisando su técnica al marcapasos unodostrescuatro. La de Johnny consistía en un movimiento de muñeca (no todo el antebrazo) y muchos huevos, ésta era la clave de su rapidez. En adelante agotó las posibilidades de la velocidad, la distorsión del amplificador y el volumen. Sus riffs encadenados en serie siguen siendo el ABC de toda clase de guitarristas.El último concierto del grupo fue el 6 de agosto de 1996 en Los Angeles. Durante 22 años de carrera grabaron 23 álbumes y dieron 2,263 conciertos alrededor del mundo. Pero este ritmo de vida mató a Johnny y los Ramones. Antes que él, sus compañeros fueron cayendo como soldados del Blitzkrieg Bop, héroes de cómic que murieron por la patria del rock. Primero fue Joey, falleció a los 49 años por cáncer linfático en abril de 2001. Le siguió Dee Dee, víctima de una sobredosis en junio de 2002 también a los 49. Y Johnny, que perdió contra el cáncer de próstata a los 55. Quedan el bajista de los últimos días, CJ, y Marky, el baterista con el mal del rockstar que insiste en tocar sus canciones. De los originales vive el gran Tommy, dedicado a la producción musical. En abril de 2002, el cuarteto de Queens ingresó al Salón de la Fama del Rock, reconocido como el grupo más influyente en los últimos 30 años.

* Texto publicado en Milenio Diario, El Ángel Exterminador, 14 de septiembre.

Tuesday, September 2, 2008

La Base

Agencia chica, pesadilla grande
Estuve un mes en La Base, la agencia de publicidad in-house de los Olegarios Vázquez Raña. Cinco días me bastaron para saber que no compartía la forma ni el estilo de gobernar del creativo que me contrató, conocido en el ambiente publicitario como El Botellas, quien intentaba imponer algo que podría confundirse con la esclavitud. En algún momento durante mis primeros días, Bottles sentenció con su mala vibra y cara de Alice Cooper: “Trabajar conmigo es una pesadilla”. Pensé que no quería vivir en la pesadilla de nadie, mucho menos en la de alguien así, porque mi viaje es superior. Más que un mal sueño se me hizo una pendejada trabajar de esa manera para llenar un ego ajeno y sin fondo. Así que renuncié a su pesadilla que ya empezaba a causar estragos en el flamante equipo. ¡Salud, pues!

Chavas chidas
Denise y Fernanda: dos copys de cuidado.

Pero no todo fue nefasto, el encierro tuvo su parte buena. Durante mi estancia en La Base estuve en una oficina con puras chavas chidas y un diseñador rockero: Mónica, Denise, Fernanda, Harumi, Erika y el Meme. Trabajar entre ellas fue lo único que me alivianó, junto con los gallos que prendíamos en la azotea.
!Uirc-Uirc!: las chics haciendo manitas de puerco.

Moni Castelazo: pronto será millonaria y espero que se acuerde de los pobres cuando suceda.

Por mi espíritu hablará la playera
Con Sergio Flores: el buen Serge & Destroy, director creativo y melómano de lo anticonvencional. Nos conocemos hace unos buenos años, él es fundador, pilar y mente maestra de La Base.

Lo mejor de pasar por La Base es que volví a ponerme mis playeras de rock. Desde que era un adolescente las colecciono, pero por alguna razón las dejé de usar y las tenía olvidadas. El primer día que entré aquí conocí a Richie, un diseñador que usaba una playera de Grateful Dead y escuchaba puro rock clásico. Fue como encontrar a un hermano perdido en el cosmos. Richie llevó una playera de rock distinta cada día y platicamos sobre música todas las mañanas, eso me prendió para ponerme de nuevo mis playeras. Llevé un par de los Ramones, una de gala de Social Distortion y dos de Grateful Dead: una es negra, en el centro tiene una Deadhead cubierta con una corona de rosas. La otra es ésta que se ve aquí.
La playera fantástica, una visualización de la canción St. Stephen. La ilustración es del artista gráfico Bob Thomas, diseñador e ilustrador de cabecera de Grateful Dead que se hizo famoso como “The Bear”. Es autor de Deadhead, portadas del grupo como Live Dead y los famosos Dancing Bears.

Esta playera tiene una historia curiosa, se la compré a un deadhead en Montreal. En un viaje, cierta noche salí a caminar por la zona roja de esta ciudad hasta dar con un pequeño establecimiento al final de una calle. En aquel deadend se permitía fumar yerba, según el letrero de neón a la entrada con la bandera de Canadá color verde. Supe de estos lugares en otro viaje a Vancouver, no te venden material pero sí pudedes llevar el tuyo y fumarlo. Y como en Vancouver, supe que alguna alma caritativa me invitaría un jalón de hydro. Entré y lo primero que vi fue al deadhead con esta playera fantástica, estaba sentado en una mesita fumando un tremendo porro con tabaco. Me acerqué y le pedí que me vendiera la playera. Jaja, se reía detrás de sus largos rizos rubios que le cubrían la mitad de la cara. Le ofrecí la playera que traía puesta y 25 dólares canadienses con el argumento de que en México jamás encontraría una así. Buena onda, el rubio accedió a vendérmela. Cerramos el trueque con unas profundas fumadas y al final salí volando como niño héroe, envuelto en mi playera.
Richie al momento de estrenar la playera. Si verla es un viaje, imagínate traerla puesta…

Pues esta playera la llevé el último día que estuve en La Base. El día anterior le dije al Richie: mañana voy a traer La Playera de Rock Total, después de ésa no hay más. Jaja, se reía también. Llevé la playera puesta y surtió el mismo efecto que el ayate de la guadalupana (insisto, se le apareció a Juan Diego en un viaje de hongos). Jaja, ¿no que no? Me gustaba tanto que sólo llegué a usarla en ocasiones muy especiales, no más de cinco o seis veces. Al final se la regalé a Richie porque me cayó chingón y porque sólo él sabría apreciarla y usarla con la devoción necesaria.

Wednesday, August 20, 2008

Xalapa

Libros, café y bicicletas

Pasé un fin de semana en Xalapa, una ciudad entre la niebla donde encuentras librerías y cafeterías a cada paso. Fui invitado por Rubén Hernández, del grupo ciclista Los Cafecletos, para presentar mi libro durante la cena de clausura del Desafío MTB 2007, una carrera de bicicletas de montaña que se realiza cada año a través del terreno verde veracruzano.
Cartel de la primera presentación: es curioso, durante los años que pasé haciendo el libro y publicándolo me sentí así, como un quijote sobre ruedas.

Insistieron en que participara, pero la recuperación de la hernia de disco no me lo permitió y tampoco he podido prepararme. Así que sólo me lancé a mover el libro. Xalapa me gustó -salvo por el tráfico que la jode muchísimo-, disfruté estar con las personas en los lugares que conocí. Sólo estuve dos días en la zona céntrica, con su aire dulce y el olor a café.
Leonardo de los Cafecletos y su bicla junto a una escultura de Carrington.

Me recibió Leonardo, de los Cafecletos, y me llevó por las calles del centro a la Rueca de Gandhi, una librería-cafetería-foro de Eligio Ramírez, donde tenía programada la primera presentación del libro. Eligio me invitó dos tazas de un café mágico y la presentación derivó en una larguísima conversación sobre literatura japonesa.
Con Eligio en su librería.

Todo empezó por los libros de Murakami que tenía en la sala de lectura, tres tazas de café después el librero nombraba autores y obras sin cesar, repasaba las historias y los personajes, y yo que a duras penas conocía a Mishima y al escritor japonés de moda… De pronto ya era tarde, no me di cuenta de la hora y tuve que irme al Centro Recreativo Xalapeño, a la cena de clausura del Desafío MTB. Antes de salir le regalé a Eligio un ejemplar de Las Bicicletas y sus Dueños y le dejé unos ejemplares a consignación.
Los ciclomontañistas en el Centro Recreativo Xalapeño.

Había luna llena y los corredores empezaron a llegar pasadas las diez de la noche. La última parte de la carrera fue nocturna, los 120 ciclomontañistas iban llegando en sus bicicletas recargados con adrenalina y una hambre voraz. Cené igual que ellos, al final presenté el libro y vendí los 30 ejemplares que llevaba (no pude cargar más). Ahí conocí a varias personas e hice amistad con el poeta Alberto Pérez Gálvez y su esposa Isadora. Alberto participó en la carrera y acaba de publicar su primer libro La piel del fuego (Plaza y Valdes). Cenamos e intercambiamos ejemplares de nuestros respectivos. Logré aterrizar en la cama de un hotel como a la una de la mañana, pero el café me mantuvo despierto un buen rato y me puse a leer el libro de Alberto:
En medio del bullicio de la noche,
jugando con el duende de la niebla,
en mi vaso de café sonríe la luna,
al guiñar el ojo en el firmamento
huye despavorida la niebla...
(Niebla, fragmento)
Todo lo cual me hizo click para irme desvaneciendo hasta desaparecer dormido…
El poeta Alberto Pérez e Isadora.

El domingo estuve caminando por el centro, tomé más café mágico, desayuné como rey, a la Kerouac: avena con plátano (mi favorita), hotcakes, huevos, jugo de naranja y más café. Luego me fui a la Rueca de Gandhi, Alberto e Isadora querían conocerla y después me darían el aventón de regreso al DF. Ahí nos vimos, hojeamos libros durante un rato y cada quien eligió algo. Yo adquirí la novela Un dios para sí mismo de Ernesto Murguía (Joaquín Mortiz). Luego emprendimos el regreso. El triste regreso…
Las Bicicletas y sus Dueños, bien colocado en la mesa de novedades de La Rueca de Gandhi.

Thursday, July 24, 2008

Dos Personajes

De niño: Cepillín
Hace un par de meses, cuando trabajaba en una agencia, salí con un amigo por unas hamburguesas y de regreso sucedió: al entrar al edificio me encontré con el auténtico y original Cepillín, el payasito de la tele. Verlo ahí era un misterio, supuse que había ido a grabar algún programa al canal de video que está en el penthouse del edificio. De cualquier modo, era como estar de golpe frente a mi infancia y casi pude percibir el olor de la sopa de fideo que aún prepara mi mamá. Mi reacción fue exclamar ¡Heeey, Cepillín! Y le pedí una fotografía que mi cuate nos tomó con el celular. Aceptó muy sonriente y sorprendido de que alguien como yo lo saludara. Durante mi niñez crecí viendo su programa, lo sintonizaba al llegar a la casa después de la escuela, antes de sentarme a comer (como en ese momento, nótense las burgers al fondo). Siempre me cayó bien por ser un payaso musical, por su prendidez –que hace unos años le costó un infarto- y por traer el pelo largo natural (no peluca). Antes de seguir cada quien su camino le dije que era el primer payaso contracultural de la tele en México (no recuerdo si fue antes o después del Duende Bubulín). Eso lo alegró mucho y una mujer que lo acompañaba –supongo que su esposa y/o su representante- le comentó: “¿Ya ves? Te lo dije…” Hace unos días lo vi en la televisión, lloraba por un problema que tiene con su casa y que lo ha dejado en la pobreza. Pensé en lo triste de la situación, la de ver a un payaso llorando. La vida es tan jodida que le quita la sonrisa hasta a un payaso.
De niñote: Bares
En la preparatoria y en la universidad, apasionado de toda lectura que oliera a contracultura, empecé a leer a Mauricio Bares en la revista La Pusmoderna, en el suplemento Sábado del Unomásuno y en el tabloide de morbo y amarillismo de fondo que editaba con Juan Manuel Servín, A Sangre Fría. Desde entonces lo clasifiqué como un escritor maldito con un humor bendito y no le perdí la pista. Se convirtió en uno de mis favoritos por el filo de su prosa, el humor narcótico y la sofisticación de su escritura, fina y cortante como dos largas rayas de coca en el espejo. Conozco a Bares a través de todos sus libros, El otro nombre de la Rosa (relatos), Coito Circuito (relatos, Moho), Streamline 98 (novela), Sobredosis (relatos), Me ves y sufres (relatos en coautoaría), Ya no quiero ser mexicano (crónicas, editorial Nula) y su más reciente Posthumano, la vida después del hombre (ensayos, Almadía). Y también lo conozco personalmente porque hace unos diez años empecé a frecuentar la editorial Nitro Press, en su departamento de la calle Milán, y a colaborar en la revista Nitro. Es un escritor y editor que ha publicado casi toda su obra y la de otros autores (Juan Manuel Servín, Rubén Bonet, Bernardo Esquinca, Pepe Rojo) de manera independiente en su editorial. En ese tiempo nació una amistad y un día, leyendo uno de sus blogs, descubrí un cuento que se llama Las bicicletas también se embarazan (ahora publicado en Ya no quiero ser mexicano) y supe que Bares sabía sobre la cultura de la bicicleta. Todo eso me llevó a invitarlo a presentar el libro Las Bicicletas y sus Dueños en La Casa del Poeta y luego en Donceles 66, donde nos tomamos esta fotografía en compañía de una de sus alumnas del taller literario.

Bares escribió un texto estupendo titulado Bicis y vuelos que pueden checar en www.rueda-libre.blogspot.com

Para conocer más sobre su trabajo:
www.posthumano.blogspot.com
www.mauriciobares.blogspot.comwww.nitropress.blogspot.com