Tuesday, June 23, 2009

Rock `n´Bikes

El Cancionero Bicicletero:
Música para pedalear

La música es movimiento. Basta que empiece a sonar para que las personas se activen con sus notas, por eso va del pedal con la bicicleta. La ciencia ha demostrado que escuchar música al practicar algún deporte incrementa la actividad mental y el rendimiento físico, las vibraciones influyen en las ondas cerebrales que generan energía en el sistema nervioso y sincronizan los dos hemisferios del cerebro, un balance parecido al de las dos ruedas de la cleta.

Radish, trío de grunge bicicletero.

De hecho, la bicicleta es como un piano o una guitarra y necesita ser afinada antes de salir a pedalear con ritmo, melodía y armonía. Quizá por eso varios músicos le han dedicado canciones a sus biclas. Tal vez la más famosa de ellas sea la clásica Bicycle Race de Queen, del disco Fat Bottomed Girls, con su portada de chicas semidesnudas en bicis.Armonía es una mujer en bicicleta.

A lo mejor Freddy Mercury no tenía idea científica sobre los efectos de su música en las cabezas de sus escuchas, pero es un hecho que Syd Barrett lo experimentó en mente propia.

Syd y sus bikes.

El excéntrico y genial guitarrista fundador de Pink Floyd era un ciclista habitual y escribió una canción de colores llamada Bike, pieza surrealista incluida en el primer disco del grupo, The Piper At The Gates of Dawn.

Syd hacia el final de sus días en 2005.

La bicicleta ha inspirado al músico de reggae Eek a Mouse, quien entona su tema Bicycle, así como al ya legendario trío femenino de japonesas, The Shonen Knife, quienes en su disco Let’s Knife tocan una estupenda rola llamada Cycling is Fun.

Las Shonen: andar en bici es punk.

Dos cantautores, Damien Jurado y John Fahey, interpretan sendas versiones de Bicycle Built for Two. Entre los de antaño, el grupo de hard rock Nazareth contaba en su repertorio con My White Bicycle, mientras que los irlandeses Thin Lizzy le dedican unas líneas en la canción Renegade. Sin embargo, Broken Bicycles de Tom Waits es la más inspirada, la versión en vivo que canta antes de Empty Pockets.


También está la pieza de los Sugar Cubes, Motor Crash, incluida en su disco Life’s Too Good, en la que Björk canta que pedaleaba feliz hasta que vio un accidente.

La marca Diamond Back, recién establecida en Inglaterra, fabricó el modelo downhill Black Sabbath, inspirada en la banda de heavy metal. Todo un fierro para bajar como demonio.

El dúo The Vaselines, uno de los favoritos de Kurt Cobain, tienen la canción Rory Ride Me Raw de su disco All The Stuff and More… Y los fabulosos Pixies, en el disco Surfer Rosa tocan Tony’s Theme, acerca de los vericuetos de un chavo que monta su BMX.

John Lennon anduvo en bici toda su vida y tuvo varias desde su infancia, se supone que Watching the Wheels está inspirada en una. El conjunto electrónico Kraftwerk tenía el disco y la canción Tour de France y recientemente hay más grupos inspirados en bicis como los Ginger Ninjas, quienes realizan sus giras en cleta y generan la energía de sus conciertos pedaleando.


También apareció el grupo The Bicycles con el disco The Good, the Bad and the Cuddly; mientras que hoy suena I can ride my bike with no handlebar de los Flobots.

Música para andar en bicicleta.

Publicado en Bike a Fondo #14

Monday, June 15, 2009

Cuando te toca… ¿te toca?

A Liliana Castillo

El otro día estaba comiendo con El Bola, gran amigo desde hace 27 años, y por recordar a algunos compañeros y amigos mutuos caímos en uno de los temas que me intriga y con frecuencia me pone a pensar: la suerte, ¿existe?
Él opinaba, al igual que muchas personas, que la suerte no existe. Todo lo que le sucedía a una persona en la vida era producto de sus decisiones y acciones. Por el contrario, yo entiendo a la suerte como todo aquello que no se puede controlar. Es decir, por más que uno piense, haga planes minuciosos y trate de prevenirlo todo, siempre ocurren cosas impredecibles que a veces son a favor (buena suerte) pero la mayoría son en contra (mala suerte).

Siempre sucede así.

Me fascina la idea de la suerte en el Siglo XXI. Ante lo inexplicable todavía acudimos al rincón más primitivo de la mente humana, el pensamiento mágico, para tratar de explicarnos lo que no entendemos porque escapa a la razón.
La suerte es aplicada bajo muchos nombres, puede ser una maldición, el karma, la probabilidad, el destino, la casualidad, la Ley de Murphy, pero acostumbro llamarla por su nombre: buena suerte, mala suerte. Una vez en Las Vegas, durante un viaje de trabajo, entrevisté a un jugador profesional llamado Pug Pearson, quien a sus 70 años afirmaba categórico: La vida es 99% suerte y 1% habilidad.
Al pensar en esas palabras confirmo mi creencia en lo determinantes que son los factores que no controlamos. Sin demeritar el esfuerzo de una persona, cuando me entero que a alguien le va mal o le va bien o le tocó lo peor, suelo atribuírselo a la suerte. El mundo está lleno de situaciones que lo demuestran.

El reciente caso de Johanna Ganthaler
Pasajeros del vuelo 447 de Air France

Mientras El Bola y yo platicábamos acalorados, un avión que despegó de Brasil, el vuelo 447 de Air France, desaparecía en el Océano Atlántico sin dejar rastro con 288 pasajeros abordo. La pasajera 289 se salvó porque perdió el vuelo. Por supuesto, debe haber explicaciones para la caída del avión: una falla humana del piloto, una falla técnica, un atentado, una parvada de aves… Sin embargo, ella tuvo la buena suerte, a los que murieron les tocó la mala. Lo irónico e inexplicable del caso es que una semana después, la mujer viajaba en coche con su esposo por una carretera de Austria y fueron a estrellarse contra un camión. Ella murió en el hospital, su esposo estaba grave. Mala suerte. Ante este hecho, lo primero que viene a la mente es: cuando te toca, te toca. Pensamiento mágico. Es decir, creemos en el destino. Esto quiere decir que nuestras vidas están escritas, Alguien las escribió y está al tanto de que se cumplan ineludiblemente. ¿Ya estaba escrito que esta mujer debía morir? ¿Era su destino ineludible? ¿Alguien controlaba su vida?

El igualmente extraño caso de Ricardo Aldape GuerraEn 1997 supimos de un condenado a muerte en Texas que tuvo la buena suerte de salir libre, el primer y único mexicano en lograrlo. El tipo había tenido la mala suerte de ser condenado y esperar 15 años a que se cumpliera la sentencia. Entonces sucedió el milagro, el sistema de justicia gringo reconoció su error y lo dejó en libertad. Poco después, Aldape manejaba su coche por la carretera de Matehuala a Monterrey, sufrió un choque y perdió la vida. Cuando te toca, ¿te toca?

El lamentable caso de Liliana Castillo
El 22 de mayo fue atropellada en su bicicleta por un automovilista llamado Mauro Gerardo Martínez Toussaint, cuando circulaba por Avenida Universidad. Liliana murió en el hospital, tenía 23 años, era ilustradora, fotógrafa y actriz. Ahora mismo trabajo en un artículo dedicado a ella y a su bicicleta. Sin duda, el conductor, quien logró evadir la acción de la justicia gracias a la corrupción, merece que se le aplique la ley. Pero me quedo pensando en Liliana… ¿Por qué ella, habiendo tantos ciclistas y peatones desprotegidos por la ciudad? ¿Por qué precisamente una joven y talentosa mujer? Por desgracia, todo parece indicar que le tocó la mala suerte de pasar por un mal lugar, en un mal momento, frente a un estúpido.

Monday, June 8, 2009

Respuesta a García Michel

Con M de MoscaEn una de las primeras fiestas de la Mosca que se llevó a cabo en el departamento de la joven y misteriosa M, entré a su recámara por una mochila con discos compactos. Tras de mí entró ella. Saqué un jitter, fumamos y nos quedamos platicando… Un mes después no lograba quitarme de encima a García, quien me hostigaba y me exigía que le dijera qué habíamos hecho M y yo aquella noche. Estaba obsesionado, sus llamadas y sus correos me hartaron hasta que le dije que sólo habíamos fumado un poco. Entonces se puso peor, histérico porque, según él, ella no fumaba esas cosas malignas, que me dejara de mentiras y le dijera la verdad: ¿Qué habíamos hecho? Lo mandé a volar y me alejé algún tiempo de la Mosca por este episodio. M se fue a vivir a otro país.
Cuando regresó de su estancia en el extranjero M volvió a la Mosca y me contactó para colaborar. Además, empezamos a salir. Le conté lo que había sucedido después de aquella fiesta años atrás y me dijo que no le hiciera caso a García, lo mismo le había sucedido a otros amigos suyos. M y yo mantuvimos una amistad que duró casi dos años, sin que García lo supiera, la cual estuvo marcada por el acoso que atestigüé personalmente. A toda hora le marcaba al celular y le mandaba mensajes para saber dónde estaba, qué hacía, con quién, cuándo regresaría a su casa, etc. No importaba lo que estuviéramos haciendo, saliendo del cine, cenando (me gusta cocinar y a M le cociné) o viendo películas en mi departamento, García marcaba y mandaba sus mensajes inoportunos. Y lo peor era que ella le contestaba y lo toreaba.En repetidas ocasiones le pedí a M que habláramos con él para hacerle saber que salíamos y pedirle que nos dejara en paz. Pero no quiso porque estaba segura de que se él se pondría muy mal y ella se quedaría sin trabajo. Varias veces M se negó a invitarme a sus reuniones por temor a que García hiciera un drama. Entonces se nos ocurrió buscar trabajo en otra parte y la conecté con un director editorial web de Editorial Televisa. Consiguió el trabajo y dejó la Mosca, ahora sí estaríamos tranquilos y podríamos aclararle el asunto a García sin temor a represalias. Pero ella se volvió a negar y García seguía duro y dale. Me di cuenta de que a ella le gustaba mantener el control absoluto y la manera en que lo manipulaba caprichosamente. Entonces dejamos de vernos.
Dos años después, a finales de 2007, le envié a García una crónica de los Dandy Warhols en la que mencionaba a M (por la canción The Last High que compartí con ella). Pasaron tres meses y no quiso publicarla hasta hablar con ella y preguntarle si alguna vez habíamos tenido algo que ver. Cinco años después seguía obsesionado. Y ella me negó, le dijo que no. Sólo entonces García publicó la crónica. Me enteré de esto tristemente por boca de M, intentamos vernos de nuevo y me contó la historia, riendo, mientras tomábamos café. En ese momento, y ante su desconcierto, me levanté y me fui. “Lo hice para que publicara tu crónica”, alcanzó a decir para justificarse… Dos meses después la Mosca tronó. Y García nunca conoció esta historia de M, hasta ahora que exige saberla.

Las chicas ácidasA finales de 2007 recibí un correo de la misteriosa P, quien trabajaba en la Mosca y era el Gran Amor en Turno de García. Me pedía sin pena que le conectara unos ácidos, “pero que no se entere Hugo porque se enoja si alguien se mete con sus chicas”. Este correo lo conservo, así como el largo historial de correspondencia que mantuve con M. Sólo de pensar en esa pesadilla me dio frío enrollarme con P, así que le respondí cualquier cosa, me hice el desaparecido y no volví a saber de ella.

Falta de profesionalismo
Si mencioné esto en la nota fue porque esa actitud poco profesional fue uno de los factores que llevaron a la Mosca a la tumba. Y desgraciadamente es una actitud muy común entre la gente del medio editorial (supongo que en todos los campos profesionales sucede). Aprovecharse del puesto de director de una publicación para contratar y rodearse de chavitas, ejercer un machismo desorbitado y abusivo, con ataques de celos y chantajes, al grado de sentirse el dueño de las “chicas” como si fueran objetos de su propiedad (quienes al final ríen y lo manipulan sin tomarlo en serio). Así me lo confirmaron L, K y F, con quienes mantengo amistad y evitaban ir solas a la oficina de la Mosca, es decir, al departamento de García.
Su reacción me parece una ironía, indignado exige pruebas (muy al estilo de López Obrador, desesperadamente) cuando él solo se ha exhibido y se ha encargado de cultivar durante años esa imagen pública de amante de las jovencitas (capaz de matar por ellas). Quizá para los políticamente correctos como él debí expresarlo con eufemismos. Pero deja de ser un dato frívolo cuando se convierte en una de las razones por las cuales muere un proyecto editorial.

(Mantuve el anonimato de las chicas muy al estilo de García, para que no se ofenda por ellas y luego diga que les falto al respeto.)