Wednesday, June 15, 2011

Como el niño con los zapatos rotos


Aunque conozcas tus reacciones más comunes, es imposible saber cuándo te asaltará un sentimiento que no recuerdas haber tenido. El domingo antepasado se rompió el rin trasero de mi bici de montaña. Ya no pude seguir el rol. El Alexrim estaba desgastado y resentido por el paso del tiempo en los caminos, tronó en pedazos y la rueda de la Kona Blast dejó de girar. Sobrecargado de energía como andaba, regresé al micrositio, saqué la Merida de ruta y me lancé a la carretera.

Como ando bruja, rescaté dos rines usados Araya que tenía guardados (siempre guardo y reutilizo todo) y me fui directo al taller La Fe, donde Noé y su papá hicieron un buen trabajo. Uno de los Araya de plano estaba muy jodido (el trasero) y le tuvieron que meter uno nuevo. Pero la cosa no paró ahí. Como el desgaste de los mecanismos y las piezas de la rila es general, al cambiar el rin y meterle uno ajeno, también tuvieron que cambiarle la rueda libre y el caset, un Shimano más pequeño y accesible a mis posibilidades.
Total, que la Kona quedó medio hechiza entre piezas originales, otras recicladas y las nuevas adaptadas. El domingo pasado me lancé a dar un rol para probarla en el Desierto de los Leones. Y sí, la bici quedó bien, pero ya no era la misma. Le cambiaron el alma. Pesada y lenta para subir. Algo muy parecido a lo que sucede cuando el disco duro de la Mac se te jode y lo tienes que cambiar. Funciona, prende y todo, pero no es la misma Mac; queda lenta, limitada, despersonalizada, vacía, desconocida…
Para rematar, estando arriba en las piedras de Muñecos, me encontré a unos compas de la bici. Estuvimos platicando un momento y me percaté de sus rilas: pura fibra de carbón y doble suspensión. Entonces, lo que nunca me había pasado ni con mis amigos que andan muy bien montados, me sentí como el niño con los zapatos rotos en la escuela. Nunca había experimentado esa sensación, que no es envidia, sino una extraña mezcla de tristeza, frustración e impotencia. Bajamos por Venados, un retorno largo y rudo, y de nuevo sentí que la Kona era una carcachita. Lo nuevo hizo más evidente lo viejo. Tiene cinco años de uso extra intenso y no sé cuántos kilómetros, caminos, montañas, terrenos y climas le he metido. Tampoco tengo una sola queja, al contrario, la Kona es una chingona con esa suspensión Bomber bien cabrona. Pero la veía y la sentía vieja, lista para la jubilación.
Corto de dinero, tendré que ahorrar para hacerme de una nueva. Mientras tanto, ya estoy reconvirtiendo una Specialized Hard Rock que uso en el bosque de asfalto. Cualquier cosa menos dejar de rodar. Después de tres años, el próximo fin de semana le daremos su estrenón en la montaña. La Kona, mi fiel montura Blast, ya está lista con sus llantas slick para rodar por la ciudad.




Thursday, June 9, 2011

Red Burning Mustangs

On the run

Son metal, son grunge, son stoner; en suma, son Red Burning Mustangs, el cuarteto oriundo de la Bella Ruidosa, Hidalgo, que recorre los estados aledaños a su comarca como los elefantes alucinados que embisten en el arte de su EP, On the run.

Es muy posible que Elías Pimentel (batería), Daniel López (guitarra y voz), Ricardo Castillo (bajo) y Benjamín Martínez (guitarra), hayan crecido escuchando la música del Diablo porque han asimilado muy bien el blues y sus corrientes de rock duro y ácido. En su sonido destilan a Muddy Waters y a John Lee Hooker, a Jimmi Hendrix y a Black Sabbath, a Mudhoney y a Monster Magnet, bandas con las que, suele decirse en el medio, los arrullaron desde la cuna.
Cuando me hicieron llegar el sencillo “Bloodsuckers” pensé que era un grupo truqueado en el estudio. Se supone que es una autoproducción en el más puro espíritu DIY, pero sonaban más densos que muchos grupillos que andan por ahí dando pena con disquera profesional y toda la cosa. Después me enviaron la liga para bajar los otros tracks del EP: “On the run”, “You gotta see her movin´”, “Carmine”, “Unicorn” y “Lean on me”. Psicodelia pesada que me entusiasmó. Pero también me despertó una sospecha: ¿no será un grupo armado en el estudio de grabación? Justo en ese momento de duda, cual señal del más allá, en mi buzón recibí la invitación para una de sus apariciones en el Soma del D.F. Era el reto para escucharlos en vivo y salir de la duda.
Buenos muchachos...

Así que, tentado por la curiosidad y el buen rock, me di un rol a la tocada aquella noche de abril. Cuando subieron y empezaron a darle constaté que, efectivamente, los Red Burning Mustangs tocaban con brío y potencia. Disfruté su set porque ya estaba familiarizado con las canciones, por su puesto que de frente sonaban más alto, más fuerte y más pesadas. Y aquí debo decir que me gustaron la guitarra y los requintos de Benjamín Martínez, se nota la conexión que tiene con el instrumento.

Un cuarteto al que habrá que seguirle las pisadas si continúan tocando a pesar de las adversidades que suelen enfrentar los grupos en esa etapa del despegue.

Todo el show, aquí: http://redburningmustangs.com/rbm/