Friday, February 19, 2010

Mauricio Bares

Apuntes de un escritor malo

Bares presentó los apuntes de Anónimo Hernández, el célebre escritor malo e incómodo de las letras. Dieciocho relatos que tuvieron buena respuesta en el blog del autor y la suerte de ser publicados en la editorial Nitro Press, un libro diseñado e ilustrado por Lilia Barajas.

Quien haya intentado publicar un texto en una revista o en un suplemento, un libro en una editorial grande, mediana, pequeña o, más aún, meterse a realizar las publicaciones y las ediciones, lo primero que aprende es que el trabajo y el mercado editorial son duros, dolorosos e ingratos como las patadas de una mula, más cuando no se cuenta con los recursos necesarios para hacerlo. Por si eso fuera poco, son actividades controladas por los rancheros de la edición, la producción, la distribución y la venta. Los impuestos son el tiro de gracia. Por eso es admirable lo que hacen Nitro Press de Bares, Rhythm & Books de Elena Santibáñez y Verónica Maza, y la revista Replicante de Roberta Garza y Rogelio Villarreal, entregan productos editoriales superiores por mucho a los que inundan el mercado.

Apuntes de un escritor malo trata precisamente sobre eso y más, es una caricatura del mundo editorial y literario que se debate entre las grandes y prestigiosas empresas que sólo apuestan por el best seller; los nuevos editores, dedicados a la vida social; los envidiosos escritores, capaces de cualquier cosa por obtener becas y ganar premios; y las pequeñas editoriales, donde publican escritores de toda categoría, hasta el personaje de estas páginas.

Anónimo Hernández es el escritor rechazado por malo, feo, pobretón, sin sex appeal, malnacido y sucio, que narra sus peripecias para publicar y ser reconocido como escritor. Hundido en un mundo absurdo que haría palidecer a los personajes de Beckett, escribe con sarcasmo su versión de los hechos. Entonces, de su pluma nace un súper héroe de película, sale de la pantalla grande para redimirlo, su creación a la Víctor Frankenstein de Shelley: El Escribator, un vengador de las letras que al grito de ¡A la alberca, al averno!, acaba con editoriales, talleres literarios, ferias del libro y librerías.

Una faceta distinta del narrador y ensayista al que estamos acostumbrados. Anónimo Hernández explota sus defectos sin prejuicios ni vergüenzas, el mundo de las letras es filtrado por el ojo del tipo sin suerte que le da vuelta a la página con su invento de ciencia ficción. Bares conserva el sentido del humor con el que se mueve en el ambiente de la palabra escrita y es lo que en realidad salva al personaje en este desmadre. Las crónicas de Tijuana, Mexicali y Ensenada son un registro salvaje de sus estancias en estas ciudades, donde el escritor malo se encuentra para presentar libros e impartir talleres, acompañado de un batallón imposible de promotores culturales, agentes literarios, escritores, artistas y diyeis de toda calaña. Una mirada divertida al grotesco espectáculo editorial.

La vida es una telenovela
Casi al mismo tiempo, la Editorial Atemporia publicó esta recopilación de siete relatos, publicados en los libros de Bares. Los cuentos son: El otro nombre de la Rosa, La vida es una telenovela, No sex like no sex, La lámpara de Chéjov, ¿Por qué no podemos ser los de antes?, Eso no se le hace a nadie y Legislatura de la literatura. Las narraciones fueron retrabajadas para esta edición, según aclara el autor en una nota final. La novedad es la adaptación al cómic de El otro nombre de la Rosa, realizada por Ricardo Camacho para la desaparecida revista El Gallito Cómics. Especie de Best of para los que desean iniciarse en el vicio de Bares.