En el Centro Espacial de Calacoaya con Franz y Ros: Adriano e-3

A la mañana siguiente seguíamos puestos y mantuvimos el nivel. El Franz y el Ros estaban bien y los cinco nos fuimos a Guadalajara en la camioneta de mis compadres porque los Warhols tocarían allá. El célebre Dr. Neón iba a conseguirnos entradas dobles y gafetes, así que Adriano manejó todo el camino con variedad musical, y aprovechamos para darle cuello de una buena vez al Sino de Café Tacuba. En la ciudad de las mujeres hermosas fuimos a Mr. CD por las entradas, pero ya no tenían. Localizamos al Doc en su Cel, nos citó para comer hamburguesas y darnos unos gafetes. Luego nos guió hasta el gimnasio de un colegio llamado EDUCARE, donde los Warhols hacían la prueba de sonido.

Dos visiones del ensayo: arriba del Doctor Neón, abajo de Adriano e-3

Las discusiones durante la prueba: Adriano e-3

Nos acercamos a escucharlos y después del ensayo le di a Taylor y a Brent DeBoer unas Moscas que les guardé, con un artículo ilustrado por Franz. Pasamos a una estancia, platicamos un momento y salí en chinga por mi cámara y una grabadora. Afuera me encontré al Doc, en plan de trabajo, como en Almost Famous, y me preguntó si quería hacer unos podcasts con los Warhols. Pues cómo no. Platiqué con DeBoer y luego con el guitarrista Holmström, unos tipos muy amables. Hablamos sobre música y sus aficiones. Por supuesto que los interrogué acerca del siguiente disco, la verdad es que ya se colgaron, y prefieren conservarlo como una sorpresa, se supone que lo tendremos a principios de 2008.
Aquí con Deboer: Adriano e-3

Mis compas con Taylor. Nótense las moscas en sus manos. La niña al fondo a la izquierda es la hija de Zia: Doctor Neón

Acá con Holmström: Adriano e-3

El gimnasio se llenó con unos mil invitados. Las tapatías son más que hermosas, todas con minifalda y zapatos de tacón. No era un público rockero, estaban allí por una cuestión social más que musical. Tocaron los Implantes y luego Becker, no les puse atención porque entre uno y otro sucedieron cosas que le dieron un giro a la noche: a mi comadre Lorenza le sentó mal el exceso de reventón y decidieron irse. En eso, de la multitud salió Ale, la princesa de Zapopan, con sus Converse negros de agujetas rosas, jeans y playera de Mickey Mouse.
Vino hacia mí con sus grandes ojos y esa expresión de cándida inocencia que lo conquistan todo: Flaco, ¿no me hablaste, verdad?. No. ¿Qué no te da gusto verme?. Sí. ¡Pues abrázame!. Sí. Y perdí la voluntad, pero no la conciencia. Nos sentamos en el pasto y habló sobre confianza después de fumar. La escuché atento y atónito. Decía confiar en mí, pero hace meses desapareció sin explicación y sé que la verdad no se ha dicho. Sólo creí que empezaría a sonar “Lies” de los Greenhornes.
El poder y la gloria del pop: Adriano e-3

Cuando llegó el turno de los Warhols entramos y nos fuimos hasta adelante con el Franz, el Ros y el Doc. Ella recordó que el año pasado los vimos juntos y yo pensaba que nuestras vidas iban a quedar ligadas para siempre por su música. Aparecieron a unos metros de distancia, iniciaron los teclados de “Be-In” y con esa furia sicodélica nos lanzaron al universo en expansión. Lo que salía de sus amplificadores Vox era una espiral rocanrolera de guitarras Fender, una mujer orquesta y una batería de bananas con doble bombo bicolor.

Zia, hermosa y talentosa, lista para rockear: Adriano e-3
Ya sé que exagero, pero tocaban como los ángeles. Eran las mismas canciones del viernes, sólo que ahora sonaban distinto, podían sentirse como si tuviéramos oídos en la piel. Además tocaron piezas fuera de serie: “(You come in) Burned”, lenta como voluta de humo, con su gran solo de guitarra al final en el que Holmström cambió a una vieja Gibson y se trenzó con ella: el músico, su guitarra y sus pedales. Hubo canciones en las que utilizó hasta tres liras y nos dio una probada de “Pete International Airport”, puro feedback y efectismo mágico.
On Stage: Doctor Neón

De la gravedad cero pasamos al rancho eléctrico, tocaron “Country Leaver”, la “revolución folk” en su momento, según el autor que la cantaba seguido por la guitarra slide y la harmónica que soplaba Zia McCabe -quien toca el bajo de pedales, los teclados con una mano, el pandero con la otra y, además, canta. Siguió la densísima “Nietzsche”, lo que fue un derroche de guitarras distorsionadas. Y cerraron con “Boys Better”, la rola más pesada que les conozco, un remolino inflamable y melódico, más largo y espacial que Viaje a las Estrellas. Para culminar, Holmström utilizó la técnica del ventilador (de Townshend), girar el brazo y golpear las cuerdas hasta explotar en un gran final.
On air: Doctor Neón

Una cerveza para volver al mundo y llegó el momento inevitable, despedirme de Ale. No se fue corriendo como la Cenicienta Punk de los Sonics, dejando un Converse tirado, y yo tras ella. Dice que soy el más maravilloso que ha conocido, pero por alguna razón que daría material para una película de Buñuel o un cuadro de Magritte, no podemos estar juntos. Al menos encontré una explicación “razonable” en la novela Tokio Blues (Norwegian Wood) de Haruki Murakami. Aún así, el nuestro es un misterio de amor surrealista sembrado de engaños y trampas. Lo último que dijo cuando caminé hacia la puerta fue: “Te quiero, flaco”. Ya no me desgasté en tratar de entenderla, como dijo el Ros, las mujeres llevan las cosas a un punto donde la razón se termina. Y en este caso, la confianza también. Mejor caminé con mis amigos para encontrar un taxi, asimilábamos la experiencia de los Warhols.

Los Tres, más vale un buen amigo que...: Adriano e-3
El domingo amanecimos en un hotel con lo puesto desde el viernes, olíamos a puro rocanrol. Mi compadre nos encontró y nos levantó con uno de sus gallitos. Afuera el cielo era tremendamente azul y triste. Azul Verdad. Este cielo me recordaba a la princesa de Zapopan y las calles de Guadalajara también. Después seguimos caminos distintos: el Doc se fue dar el rol por la ciudad. Franz y Ros se regresaron en avión porque iban a The Cure. Mis compadres y yo volvimos en la camioneta y les conté lo que ya no vieron ni escucharon. Después de ver a los federales voté por desafanar el material que nos quedaba, me frikea llevar en carretera. En vez de eso, mi compadre la prendió y la esfumamos. Sólo agarré el volante los últimos 200 kilómetros para volver a nuestro punto de partida: el Centro Espacial de Calacoaya.