Monday, November 17, 2008

El asesinato de la contracultura sicodélica

Este libro cuenta una vida jalada por caballos de fuerza. En un vértigo existencial que viene desde el underground de los años 50, el autor despelleja a la mítica contracultura de los 60, a la que considera una bola de melosos ingenuos y un montón de basura intelectual.

Gonzo y los infil-traidores

De acuerdo con las revelaciones recientes de Mark Young, ex agente del FBI, los Ángeles del Infierno intentaron matar a Mick Jagger en 1969 mientras descansaba en un yate cerca de Nueva York ("Tormenta frustra el homicidio de Jagger", Publimetro, 03-03-08). Los motociclistas querían vengarse porque el cantante los culpó de la muerte de Meredith Hunter durante el concierto de Altamont. El grupo de rock y el club de motoristas se cargaron el muerto unos a otros, pero la historia oficial absolvió a los divos rockeros de calentar a la multitud llevándola hacia el precipicio y de contratar los “servicios de seguridad” del club. Ante los medios y los intelectuales fueron los motociclistas quienes asesinaron a la contracultura a puñaladas.
Con seguridad el ex agente Young fue un infiltrado, lo que el autor identifica como lo más bajo de este mundo en el capítulo Rats, infil-traitors, and goverment informants. Existen informantes protegidos que son buscados por el club, como Anthony Tait y George Wethern, quien publicó el libro Wayward Angel. Hunter Thompson recibió un trato similar, su clásico H.A. A strange and terrible saga casi le cuesta la vida cuando varios miembros del club lo patearon en Bass Lake. El reportaje del Gonzo terminó siendo un libro de texto obligatorio para policías "lleno de exageraciones, desvaríos, alucinaciones y mentiras típicas de un escritor" y el buen Thompson "un niño chillón y un pinche cobarde, un farsante".
Música de motores
Sonny Barger no es Tom Wolfe, pero atraviesa por las páginas de su Electric Acid Kool Aid como el "Jefe Supremo de los Ángeles del Infierno" (Capítulo 13, el número biker para identificar al fumador de yerba). Nadie mejor para contar la historia del club de Oakland que su fundador. Se podría pensar que es un libro escrito a cadenazos, lo sería si el autor no tuviera publicadas tres novelas, un libro de memorias y esta autobiografía que le quita lo fresa a cualquiera. Nació pobre en Modesto, California, en 1938, y fue abandonado por su madre a los 4 meses. Desde niño sintió atracción por las bicis y las motocicletas porque le daban independencia y libertad, así que se compró su primera moto Cushman al cumplir los 13. Cuando su padre lo abandonó a los 16, dejó la escuela e ingresó al ejército, pasó dos años en la base militar de Oakland adiestrándose con ex combatientes que le mostraron el cariño por las armas y las Harley-Davidson. Al ser dado de baja por falsificador se unió a varios clubes de motociclistas, hasta que en 1957 formó su grupo de inadaptados motorizados al que dirigió con disciplina y estrategia militar. En la película The Wild One de Lazlo Benedeck (basada en el incidente de Hollister en 1947, que llamó la atención de la opinión pública sobre los rebeldes), Marlon Brando y Lee Marvin protagonizan una guerra entre dos clubes rivales. Barger, en cambio, se dedicó a pactar alianzas para formar una red de clubes que hoy se extiende por más de 10 países, una legión que aún lo considera su máximo líder.
Después de 30 años como presidente del club, dos décadas en distintas prisiones y más de un millón de millas en chopper, parece un personaje indestructible como sus motos. A sus 70 sobrevive a un padre alcohólico, peleas, accidentes, sustancias, persecuciones, cárceles, balaceras, explosiones, traiciones, matrimonios y al cáncer de garganta. Hoy maneja su taller de custom bikes en Arizona, monta a caballo y escribe con calma su historia en la que da otra versión de los hechos, suficiente para ponerle los pelos de punta al Dr. Racionero y a su gran tradición individualista: la rebelión juvenil de los 50, la sicodelia de los 60, la Era de Acuario, los hippies, el activismo pacifiista, el folk de Dylan y el rock ácido de Blue Cheer (formado por un miembro de San Bernardino), Haight & Ashbury, la paranoia policiaca, la mafia de los 70 y los juicios de los 80.
Jesús murió, podemos correr
El libro es un breve tratado de motocicletas, el autor no repara en escribir sobre la evolución de las Harley-Davidson y el nacimiento de las choppers. De igual forma, repasa las extrañas vidas de sus compañeros, esa hermandad de marginales en moto con un código de honor y unas reglas inquebrantables. Pero sobre todo ofrece una visión distinta de esos años cuando narra los orígenes del club y las correrías en sus máquinas diabólicas: su guerra con la policía (OPD, FBI, DEA, RICO), el patriotismo exacerbado y la atracción por la parafernalia nazi. Los detalles sobre su relación con los Beats y los Merry Pranksters (Neal Cassady, Allen Ginsberg, Ken Kesey, Jerry Garcia) son reveladores. Los conciertos de rock pactados con Grateful Dead, la distribución del LSD de Owsley, los ángeles de indias para probar sustancias, el tráfico de armas y cocaína; en fin, el behind the scenes de los pasajes más floreados de aquella época.
La escritura de Barger es concisa y densa, no se anda con rodeos ni adornos pretensiosos, su arte es el de sobrevivir a su estilo de vida para contarlo. Pragmático en su interpretación de la realidad y conocedor de la naturaleza humana, ignora la teoría y la filosofía para exponer los hechos concretos. Escribe a secas y tiene un sentido del humor gandalla y oscuro, mencionar las cosas y las situaciones le basta para tener al lector como un pasajero, sabe que su kilometraje le da para contar historias por el resto de sus días. Es una joya el capítulo de Altamont, donde le puso una pistola en la espalda a un Keith Richards asustado que se negaba a tocar. O el del Día de Vietnam en Berkeley, donde su interés era darle un susto a los ricos pacifistas que los espetaban por ser veteranos y arrancarle un anillo de bombardero a Jerry Rubin (fundador del YIP y los yippies) con todo y dedo. El capítulo de las prisiones es un auténtico blues en el que, lejos de caer en discursos moralinos, describe el pensamiento del encierro que lo llevó a dejar sus peores adicciones tras las rejas y de paso terminar la secundaria, tocar la guitarra, levantar pesas y leer todos los libros que pudo. Adentro estaba mejor o siempre salió fortalecido de la cárcel.

Un documento de morbo contracultural. Lectores de Alan Watts, absténganse.

Hell’s Angel, the life and times of Sonny Barger and the Hell’s Angels Motorcycle Club. Ralph Sonny Barger with Keith & Kent Zimmerman. Perennial, 2002.
* Texto publicado en la revista Replicante #17 dedicada al tema "El lado B de la Historia".

13 comments:

· said...

Esos batos estaban bien locos... increíble que el tipo siga vivo con semejante kilometraje.

Karina said...

¿Quién es Alan Watts?

Ese libro suena re bueno.


Besoxxx.

Viramont said...

Muy chingon tu libro, se nota que esta hecho completamente con el corazon.
Ademas, todo este largo fin de semana me estuve acordando de otro personaje que murio en bicicleta, Mary Hansen, quien fuera guitarrista y coros de Stereolab.

Su Satánica Majestad said...

Me laten las personas que escriben sin pretensiones sobre cosas que se prestan para caer en la pretensión.

Vaya, parece que estamos frente a un verdadero sobreviviente. Hay que leerlo...

Saludos, Rogelio

Javier Angulo said...

Nomás con eso de la pistola en la espalda de Keith Richards ya me interesó leerlo. ¿Sabes si puede conseguirse en México?

Edgar López said...

Ya compre tu libro¡¡¡

Apenas voy en Einstein pero ya me enganchó, lo de Amstrong es cierto, bola de envidiosos siempre quieren descalificar al triunfador.

Esta muuuuy chido.


P.D. Samborns nada mas tenía un ejemplar en los azulejos, ya surteles brother.

Carlos Velázquez said...

alan watts es un chilango

Arturo Pérez Morán said...

Como dijera el Joker: tanto que hacer y tan poco tiempo...o tanto que leer y tanta soberbia pensando que tendremos el tiempo necesario y no el suficiente. ¿Por que no encuentro ponche de acido lisérgico por ningun lado? Un abrazo mi estimado Rogelio. ¿Como va lo de la legalización? ¿Le latio el nuevo de los Warhols?

Carlos Velázquez said...

pasa tu dire pa mandarte una biblia

Checo Ramírez said...

creo que hay si aplica..hierba BIEN mala nunca muere...hey bueno primero lei el texto en esa revista que se me hace muy buena..pero pues ahi no se pude comentar..se ve cojonudo el libro de ese vato,,,

drneon said...

Exquisito!

D said...

Que interesante O.o

EL GUARDIÁN said...

Buena recomendación – aunque no lo hubiera buscando por mis propios medios.
Muchos libros aún por compartir...