Los humanos y los animales somos seres de costumbres, una alteración en ellas basta para que la vida empiece a cambiar. ¿Qué consumimos y cómo lo consumimos?, ¿cuáles son sus efectos en el organismo y en la conducta? Basta pensar en las formas actuales de alimentarnos, informarnos, entretenernos y comunicarnos cada día: los alimentos light, los transgénicos y los enlatados, la comida rápida, el microondas y el servicio a domicilio, los complementos nutrimentales, las bebidas energéticas, las computadoras personales, Internet (el medio de medios), los diarios, los libros y las revistas electrónicas, la música en MP3, la televisión y la radio en la Red, los video juegos, el correo electrónico, el Messenger y el Skype, los teléfonos celulares, los gadgets multifunciones y las redes sociales. El entorno nos exige adaptarnos para funcionar, nada es como estábamos acostumbrados. Las sustancias no están exentas de este proceso y las formas de colocarnos tampoco.
Según datos recientes de la ONU, se calcula que 190 millones de personas fuman cannabis en el mundo. En el caso de México, la cadena que integra el mercado está cambiando a la skunk, desde el productor hasta el consumidor: los métodos de cultivo, la calidad del producto, su distribución, el precio y la manera de fumarla (horarios, cantidades, frecuencia). Si cambia la yerba, también el fumador. Cambia su conducta para seguir fumando lo que encuentra en el mercado. No es un hábito que reemplaza a otro, como suele suceder, sino de un sofisticado viejo hábito.

La skunk tiene fama por su potencia. En sus flores contiene concentraciones de tetrahidrocannabinol (THC) hasta cinco veces mayores que la natural. Esto le viene bien al fumador, que siempre está en busca del colocón total. Dos jalones surten el mismo efecto que fumarse un gallo completo de sativa. Llega a ser tan potente que suele discapacitar al abusivo y al distraído, dejándolos pasmados. Por este motivo el fumador reduce su consumo una vez al día (ya no mañanero, digestivo y dormilón), en pequeña cantidad, generalmente por la noche, cuando puede entregarse al estado de conciencia sin preocupación. Y por eso disminuye la demanda de sativa como yerba para fumar, nadie la desea si hay skunk y los dílers, como solía decirse, ya no la manejan.
La skunk es una consecuencia de la guerra contra el narco. Para el productor y el distribuidor la yerba hidropónica resuelve problemas logísticos. Se han adaptado a la guerra contra el gobierno de Calderón, la nueva yerba es una de sus ofensivas. Las extensiones de tierra alejadas e inaccesibles donde tienen que sembrar la planta se han reducido a pequeños espacios ocultos en sótanos y bodegas. Ya no es una cuestión de trabajar la tierra, sembrar, esperar, cosechar, curar la yerba, empacarla, almacenarla, transportarla, distribuirla. Ahora se montan invernaderos con sistemas de iluminación, riego, medición y ventilación, donde crece más rápido, fortalecida con toda clase de aditivos. Con los conocimientos de la hidroponia cualquier persona puede instalar el equipo básico en un rincón de su casa y volverse autosuficiente. Internet está lleno de sitios donde se compra el equipo necesario y las codiciadas semillas.

Fumar o no fumar, una decisión personal. Dicen que la peor yerba es la que no hay.
* Publicado en Replicante, en el reciente número sobre Las Drogas y la Cultura.
3 comments:
y está güena??
Buen articulo.
Ahora si que "subieron la mota".
Es buena, pero eso de elegir el estado que te pondra no me late.
En fin, una consecuencia natural.
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