Monday, December 18, 2006

El Blues de Charles Manson


El Hippie Desquiciado, por Raymond Pettibon

Charlie’s Blues
(El carnicero psicodélico II)

Veo tu ano
y veo el hoyo de tu alma
y veo todo lo que es
lo que no es
y la vida para mí sólo es una canción.
Charles Manson


El frontman de La Mosca publicó en noviembre un artículo sobre el asesino Charles Manson, sus deseos de convertirse en rockstar y su experiencia en el Oeste Psicodélico de los años sesenta. Dos décadas después, desde su celda en la cárcel de San Quentin, el Jefe de la Familia seguía intentando diseminar su mensaje a través de la música, sólo que ahora lo hacía en la escena del punk hard core de California.

En el verano de 1984, Los Angeles era la sede de los Juegos Olímpicos y la ciudad estaba plagada de policías, razón que motivó al grupo Black Flag para salir de gira en el My War Tour. En esa etapa, el grupo estaba integrado por el guitarrista Greg Ginn, la bajista Kira Roessler, el baterista Bill Stevenson y el vocalista Henry Rollins. El acto abridor lo conformaban el trío de Arizona the Meat Puppets y antes de ellos tocaba Nig-Heist, el grupo de Mugger, el roadie de Black Flag. Todos usaban el sistema de sonido más ruidoso de Orange County, el Ratman Sound System, que transportaban en un remolque negro enganchado al vehículo de la gira, la famosa camioneta Van. La productora del tour era la disquera SST de Ginn, el cerebro y guitarrista que consideraba cada presentación como una especie de masacre musical. El grupo tenía una misión, Search & Destroy, que en sus términos se refería al exterminio de los convencionalismos. La consigna entre ellos era Kill Everyone Now y la sustancia que se despachaban en goteros las 24 horas era LSD.
El viento que sopla a través de mí
Tenían el objetivo de llegar al corazón de la oscuridad, al núcleo del mal, donde florece la venganza. Se trataba de someter a las personas y a las organizaciones a una crueldad extrema para que se revelaran como eran. La música era el medio, como si tocaran instrumentos de tortura. Las reacciones que desataban en sus presentaciones eran azotadas y descabelladas, revelados en 45 minutos, causar dolor era esencial. Muchas de estas ideas provenían del desquiciado Manson, de lo que dijo durante la última entrevista que le hicieron, en la que fue captado antes de escupirle en la cara a un policía: “Te voy a despellejar el culo, muchacho. Haré que seas lo que eres.”
Rollins publicó su primer poemario, 20 -11.11.34 RISE-, ilustrado por el entonces desconocido Raymond Pettibon (hermano de Greg Ginn), el artista plástico que hizo el logotipo, los flyers y las portadas de Black Flag. El título del libro perece cita bíblica, pero hace referencia al número de poemas y a la edad de Rollins, el subtítulo es la fecha de nacimiento de Manson. El autor le hizo llegar el libro a la cárcel, a partir de ese momento mantuvieron una estrecha relación por correo.
Por ese plug que los conectó con el Mal en Persona comenzaron las negociaciones entre Manson y la SST para editar un disco. El asesino componía en la prisión. Se dieron manos a la obra y le enviaron a Manson una grabadora y las cintas más finas que encontraron para que grabara las canciones. SST se comprometió a pagar las regalías, pero el asesino les respondió lo que ya había dicho en alguna otra ocasión: “Mi música no es algo que se compre o se venda. Si alguien desea cobrar por eso, es asunto de ellos. Yo no vendo el viento que sopla a través de mí.”
En el ojo de mi mente
Al ser cuestionados por este proyecto, Greg Ginn se limitó a decir que encontraba en este caso “un fenómeno interesante”. Rollins fue más allá: “Aquí tenemos a este pequeño hombre, sentado tras las rejas en algún lugar de California, y aún así aterroriza a la gente… Mucho de lo que hace Black Flag es buscar el mal que reside en la naturaleza humana.”
Todo iba muy bien para el mal, hasta que empezaron a brotar problemas como los murciélagos del ácido. Daban por perdida la grabadora, pero Manson envió de regreso las canciones grabadas en los casets más pinches, chafas y jodidos que encontró. Esto no les hizo gracia a los de SST y vieron en ello un ejemplo del agandalle mansoniano, era claro que el sanguinario gurú no tenía un clavo. Los llamados Manson Tapes contenían algunas canciones incompletas, improvisaciones, discursos y desvaríos, todo revuelto y disperso, con el ruido cotidiano de la cárcel de fondo. El material no era lo que esperaban en cuanto a calidad y coherencia: chikachikachikachikchikaaeee burnin’, fire, I’m on fire. Se acompañaba de su guitarra, sonaba austero, lento, pálido y lejano, como el fantasma de algún músico de country que arrastraba su tristeza al cantar: “En el ojo de mi mente, mis pensamientos encienden fuegos en tus ciudades.” Lo que notaron es que con su acento de Kentucky y su guitarra de palo imitaba sin éxito el estilo del gran Hank Williams, a quien admiraba. Incluso grabó su teoría de cómo le fue robada la guitarra a Williams para dársela al “judío Zimmerman”, es decir a Dylan, y con ello pervertir el curso de la música.
SST, CIA, FBI y TAN TÁN
De esas grabaciones, los de SST lograron rescatar seis canciones sin título, con ellas armaron el disco Completion, pero no estaban seguros de lanzarlo con el nombre del asesino. Entonces se les ocurrió crear un personaje llamado Chuck Willis (Will Is Man’s Son), un tipo que después de purgar una larga condena en prisión se dio al camino con su guitarra para hacer canciones de libertad. Por su parte, más rápido que sus canciones, Manson ya comercializaba su disco desde la celda donde lo grabó y tenía negocios fríamente calculados con organizaciones de supremacía blanca interesadas en distribuir el material. Por supuesto, desde un inicio la CIA y el FBI comenzaron a darle seguimiento a esta correspondencia y el proyecto estuvo vigilado desde los primeros intercambios. Así que la SST quedó bajo la lupa, fue acosada por todo tipo de organizaciones y para colmo la disquera recibió la llamada de un agente de la muerte: que Charlie estaba molesto por la manera en que manejaban la producción del disco y que había dado órdenes de cazarlos. Fue como estar metidos en la boca del lobo y salir vivos. En esas condiciones, SST decidió cancelar la producción y el material fue almacenado.

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