Friday, June 8, 2007

Nueva York Sin Joey Ramone

La Gran Manzana es demasiada tentación hasta para los terroristas, una mordida basta para hacerte alucinar como Adán y Eva en Central Park. Al saber que estaría tres días de trabajo en Nueva Jersey organicé por mi cuenta un viaje veloz de tres días a Nueva York, hice una lista de conciertos y se anunciaba uno imperdible (al menos para mí): Joey Ramone Birthday Party. May 19. At Irving Plaza.

Del viaje laboral no hay mucho qué decir, el Chavito Bien y yo íbamos a sesiones de trabajo y estuvimos hospedados en un Marriot lleno de coreanos y japoneses. Nada emocionante, salvo por el encuentro con los colegas de California, Texas, Nueva York y Quebec en la fiesta de clausura que se hizo en un barco sobre el río Hudson. En ese reventón caí en una espiral etílica de tres noches. Siete años en seco y de pronto aquí, tras recibir un reconocimiento, resbalé y se detonó el pedo con sus vértigos y resacas. Los colegas resultaron ser tizos muy finos y la conexión con la hydro fue natural, al aire libre, viendo pasar la ciudad nocturna que se deslizaba frente a nosotros. Al desembarcar seguíamos flotando y los nativos del East Village nos llevaron al Swift, un pub en la Calle 4 con estupenda música, donde hubo una pelea en la que se vieron envueltos dos colegas de Dallas. La playera de uno de ellos lo advertía claramente: Don’t Mess With Texas.

Nueva York de noche bajo los efectos del alcohol y el sicotrópico.

Al día siguiente tuvimos un encuentro formal con El Cliente que también tiene su base en la 5ª. Avenida, tratamos con un salvadoreño melómano que nos acogió amistosamente en su oficina. Luego de una junta de trabajo larguísima lo invitamos a beber a donde quisiera, entonces nos llevó al Smalls Jazz Club en la Calle 10. Allí brindamos con las notas del Renee Rosnes Quartet y El Cliente nos presentó al editor de la revista City, cuyas oficinas se encontraban en el piso de arriba. Allí servían un tequila blanco Juárez que sabía a demonios, pero mi política es: entre más pinche sabe mejor te pone. Fueron tres en un buen rato, hasta que nos fuimos a cenar a un restaurante de sushi que el editor conocía en el Soho. Allá seguimos bebiendo cerveza y vino hasta el fondo de la madrugada, yo consciente de que esta licencia etílica estaba echando por la borda varios años de serenidad. Me parecía realmente extraño sentirme como si fuera otra persona, estaba viajando en alcohol, una sensación de no ser yo el que hablaba y hacía las cosas. Pero sí era. Y me sentía muy bien. Tanto que, como suele sucederme, deseaba quedarme en ese preciso estado.

Visión distorsionada de la realidad.

Al día siguiente estábamos rotos, fuera del Marriot y dentro del hostal Continental en la Calle 95 de Manhattan. El Chavito Bien y yo pasamos de opulentos a pobretones en un subir y bajar de taxi. De las suites de cinco estrellas pasamos a ocupar un clóset con una litera y una ventana. El baño era comunitario, tenía la puerta descompuesta y era habitado por una viejita con bastón que vivía en el hostal. Como buen planner de agencia, mi cuate hizo planes de ir al Museo de Historia Natural, luego a las sex shops y a beber a un table con go-go dancers. Y quería que lo acompañara. Le dije que mientras él se iba a ver huesos y esqueletos de animales yo iría a zigzaguear por las calles en busca de libros, discos, bicis y cosas raras. La noche estaba reservada para el concierto en honor al Gigante del Punk, tan grande y ausente en esta ciudad como las Torres Gemelas. Por suerte recapacitó y se prendió para conocer Manhattan a paso redoblado de Blietzkrieg Bop. Teníamos las horas contadas, menos de tres días y dos noches para movernos, así que lo primero fue conseguir ejemplares del Village Voice y el NY Press, los tabloides favoritos de esta ciudad.

Del Marriot...


Al Continental...: Chavito Bien al fondo.

El Chavito Bien se negó a rentar bicicletas en el hostal, quería irse en el subway, al menos lo convencí de caminar diciéndole que sólo así podríamos percibir la ciudad. Estuvimos en Central Park, el Dakota, Strawberry Fields, Broadway, Times Square, la 5ª. Avenida, subimos al Empire State, bajamos a Greenwich Village, New York University, Washington Square (al conecte), East Village, St. Mark, Joey Ramone Place, Soho, China Town, Brooklyn, Tribeca y el sitio donde se encontraban las torres. Ese día habremos recorrido poco más de cien calles, tomando café y comiendo pizza. Lo mejor de esta ciudad es que hay una pizzería en cada esquina. Entramos a cada librería que se nos cruzó porque yo buscaba el libro de Thurston Moore, Mix tape. The art of cassette culture. Fue el primer desaire del viaje, no lo encontré a pesar de que el autor y su grupo son oriundos de esta ciudad. Pero conseguí otros libros sobre bicicletas y algunos discos que me salieron al paso en las pequeñas tiendas de usado. Nueva York me sonó a The Brian Jonestown Massacre (Tepid Peppermint Wonderland, una joya), a The Sadies (Tales of the Rat Fink, una curiosidad), a The Melvins y Fantomas (The Millennium Monsterwork, una locura), a The Queens of the Stone Age (Songs for the Deaf, un buen disco), a Black Rebel Motorcycle Club (Baby 81, un discazo) y a Ray Charles + Count Basie Orchestra (Ray Sings/Basie Swings, un tesoro).

Habitante de Central Park.

Sentados en una pizzería de Greenwich, en la página 143 del Village Voice encontré lo que buscaba, un anuncio de media plana que decía: Joey Ramone Birthday Bash 2007. Fillmore New York Irving Plaza. A la cabeza estaban The New York Dolls, Slinky y Vagabond con Glen Matlock de los Sex Pistols, Clem Burke de Blondie y Earl Slick; The Chesterfield Kings, The Bullys y legendarios como el gran Tommy Ramone, Jayne County, Walter Lure y un larguísimo etcétera que culminaba con Andy Shernoff de los Dictators, el productor Ed Stasium y el hermano de Joey Ramone que organizó el desmadre, Mickey Leigh. Todos ellos y un gran retrato hecho por Charlotte Lesher (mamá de Joey), cruzado por las dos palabras que marcarían mi destino aquella noche: SOLD OUT.

Sin palabras...

De cualquier forma fuimos al lugar de los hechos en la 3ª. Avenida a ver si encontrábamos boletos de reventa. El sitio estaba repleto y en la calle se reunió la gente para montar, pegar y colgar todo tipo de cosas sobre Joey y los Ramones, pero ni un solo boleto. Doce años atrás, con mi amigo Beat, estuve en este lugar frente a los Flaming Lips y The Amps de Kim Deal, cuando comí pizza durante treinta días seguidos sin repetir lugar. Ahora estaba desanimado por no tener una entrada. Todos los bares de rock que conocía ya no estaban: el CBGB, cerrado; el Brownies, cerrado; el Continental cambió de giro, un negro enorme nos dijo “no more bands here”. Nos quedaba el Coney Island y en el camino le caímos a otro bar setentero que recordé de Please Kill Me, el Kenny’s Castaways.

Bici Política: la cleta como un medio propagandístico.

Sin darme cuenta ya estaba sentado en la barra con un tequila Cuervo Especial y una cerveza Rolling Rock, la botella verde esmeralda brillaba ante mis ojos cuando empezó a tocar el primer grupo, The Laydowns, un cuarteto de puro garage. Mi sonrisa en el espejo de la barra era como la del Gato de Cheshire en la penumbra. Ah, el alcohol, cuando te tiene ya no es sutil como esa cerveza de hace un mes ni como ese vino de hace dos semanas, sino más bien descarado y escandaloso como la banda que tocaba con desparpajo. Después pedimos otra ronda y tocó otra banda que se llama The Lemons, unos neopunks muy ácidos que sonaban durísimo en el pequeño foro. El escenario estaba junto al baño, cuando entrabas a mear tenías que atravesar enfrente de todos y el bañito se movía trepidante, pero qué más daba, estábamos escuchando a las bandas en estado salvaje, después las veríamos en MTV y en Rolling Stone posando para la foto. A la tercera, un trío de mujeres llamado Violator, mi cuate y yo ya estábamos puestos, a mí el tequila me aceleró la máquina y tuve que meter el freno de mano antes de perder la cabeza y cometer una pendejada. Las tres mujeres antihombres tocaban sin chiste, tiraban mala vibra y no eran tan buenas para encabezar el cartel.

Bikes Against Bush

Para buenas, las go-go dancers que el Chavito Bien se empeñaba en ir a ver. Ya le había entrado la necia. Y a mí también, insistí en irnos al Coney Island a seguir escuchando rock. Pero dijo que ya habíamos dado mi rol y que se había chingado quince horas caminando, ahora me tocaba acompañarlo a dar el suyo. Al salir lloviznaba y abordamos un taxi amarillo, en caliente, el Chavito le preguntó al conductor si conocía algún table. “¡Cómo no!”, exclamó el pueltoliqueño al volante, “es de lo que más hay en esta ciudad”. Me hundí en el asiento, hubiera preferido hacer otra cosa, incluso ir al hostal para descansar y aprovechar el día siguiente. El taxista nos llevó a una calle húmeda que resplandecía por el brillo del neón, estábamos en algún lugar entre Chelsea y West Side, y nos dejó en la puerta de su lugar favorito: el NasstY.
Admiro la belleza femenina y me rindo ante ella, sin embargo, no frecuento los tables. Claro, apenas cruzamos la entrada y los ojos se me salieron de sus órbitas, me quedé paralizado al ver a las esculturales mujeres bailando desnudas con grandes zapatos de plataforma. Go go’s de película, de las que traen el revólver escondido en la vagina, mujeres de todos los colores y tamaños, con pelucas rosas y peinados exóticos, moviéndose como reptiles. El Chavito Bien apareció con dos whiskys y me ofreció uno. Se veía feliz, estaba en su ambiente, mentaba madres por no poder fumar dentro, pero la sonrisa no le cabía en la cara.

Diablito Bien, la silueta del mal.

Me pregunté cómo era posible convivir chingón y tener un buen viaje con alguien tan distinto a mí. Si pudiéramos comparar el contenido de nuestras back-packs, la suya estaba llena de películas porno (que le ayudé a escoger), juguetes sexuales y cajetillas de cigarros a medias; la mía, más aburrida y conservadora, llevaba discos, libros, un periódico y el jíter que conseguí en Greenwich. En eso se acercó con cara de sátiro y chocó su vaso con el mío: “¿Cómo ves, mi prof? No vimos a los Ramones, ¡pero mira nada más qué mujeres!”. Ni cómo discutirle, qué mujeres. Con ese desfile de piernas, nalgas, ombligos, coños y senos empezó a contarme que utilizaría el dinero de su premio para comprar el fertilizante del rancho que su familia tiene en Michoacán… En esa peda perdió el Chavito, entre otras cosas su backpack con la cámara digital en la que teníamos casi todas las fotos y la única evidencia de las canadienses que nos ligamos en el reven del barco. “Cabrón, nadie nos va a creer.”

Gorrito Maligno.

Por supuesto que no hizo lo del fertilizante, al día siguiente se gastó hasta el último centavo y compró dos maletas para llevarse todo. Yo compré más libros y un gorro negro de AC/DC porque llovía con frío, pero no imaginamos que el gorrito iba a despertar tanta simpatía entre los transeúntes que me detenían en la calle con la señal de los cuernos: “AC/DC, man, yeah!”. Ya decía yo que Manhattan es cuna del pecado. Mi licencia quedó cancelada. One apple a day, throw your mind faraway.

16 comments:

GiGa said...

Qué chingona reseña, que chingonas fotos, que super chido viaje. Te lo merecías. Bien por ti, más viajes. Mala onda "el sold out" hasta ahorita que leî la reseña, me cayó el viente...

Diablito bien, la silueta del mal...jajajajajaja
Del Marriot al hostal :) en un subir y bajar de taxis... qué cagados!

Gracias por mi sorpre, la estoy disfrutando un montón.

Asømate al blog, odio ser complaciente pero ya hay color de nuevo.

Si un día me saco el melate (juar, juar) te quiero de guía en NY y San Fco. ;)

te quiero, tu sis.

mARu said...

Big fan... una delicia de reseña e insisto, ¡¡que buenas fotos!! gracias por la mía.

Besos
M.

alejandrarreola said...

saludos, mucha suerte flaco.

Hamlet said...

Buena crónica.
Hubieras aventado al chavito bien al Río Hudson.
Me gustó eso del tequila blanco Juárez que sabe a demonios jajaja.

Que buen viaje, y lástima que no hayas visto a tu heróe, hubieras organizado un portazo.

¿ A poco se ligaron a unas canadienses? Bah, no les creo, a ver muestrame unas fotos.

Saludos.

Karina said...

Hola. Que chido tu viaje a NY. Tus fotos me dan envidia!!

Checa este link: http://noticias.prodigy.msn.com/nacional/Desnudos_en_bici.aspx

Karina said...

mmm:

http://noticias.prodigy.msn.com/nacional/Desnudos_en
_bici.aspx

(No sé poner links, buh!)

EL GUARDIÁN said...

Qué buena coartada: "el chavito-bien perdió la cámara con fotos donde ando volando en el jet privado de Donald Trump"... Ora resulta. Seguro la última foto fue la mano del garrotero acercándose a la cámara pa botarlos por haberles chiflado a las teiboleras creyéndolas las Violator...
Los Brian Jonestown Massacre y los Black Rebel Motorcycle Club, uf! –aún queda pendiente esa sesión pacabar "Dig"–, qué par de bandas y qué par de disquitos!... Un gran viaje siempre merece un gran soundtrack.
Qué viaje tan chido, cada uno de sus episodios suena chingón. Las fotos (las supuestas sobrevivientes) están rebuenas igual. Quiero ver el resto.
Vientos, papá. Salud por un gran viaje y salud por esa gran ciudad...

Joni said...

que chido rol!

B West said...

le hubieras tomado fotos a las morras!!! jijiji


no manches, que fuerte, entre rock y bailarinas del tubo, no sé cual sería mi destino, sniff!!

Karla Nerea Valencia said...

**-
- Esto es a lo que me refiero. Una mágnifica narrativa. Wow, admito que al encontrar éste post "larguito", si me dio un poco de flojis. Pero ¡¡Oh; Mike Goodness!!". Que buena aventura.
¿Por qué no fuisté a "Central Perk"?, el café de los Friends. Jaja ah que mal chiste.

Bueno, estuvo super viajado tu viaje ((¿Será eso redundancia?)).
Lástima por lo del concert del Joey Ramone por su Birhtday. Pero pues bueno, al menos visté pura maldad (las chicas ahí desnudotas, oh si).

Bueno, huelga a decir que no estuvo poca maus.

Saludos Ro!.

Baik **-

Servidora y amiga:
Karla Nerea Valencia.

Ali Heredia said...

No mames, que viaje tan chingón.

Un abrazote.

Srta. Maquiavélica said...

wowow con tu post, me senti q estaba en la gran manzana jeje, nosé como caí a tu blog pero te estoy leyendo jeje
besitos

drneon said...

Hey, How You Doing?

AC/DC ROcks!

Carlos Velázquez said...

rogelio:

pos compa, qué no te puedo decir, si por ti conocí esta novela. a ti te leí en la mosca la reseña de la primera versión de ediciones del milenio. yo la tengo, con su portada rojonaranja. y pues una de las razones por las que yo me aficioné a la mosca fue prescisamente por tu columna. ahí me enteré también de la biografía del holy goofy.

esta fue por ti
carnal

Carlos Velázquez said...

ah, se me olvidaba:

pos doble celebreichon:

dylan se apañó con el principe de asturias.

con madres

Coahapan said...

Muy completa la reseña incluyendo las interesantes adquisiciones del Chavito Bien.

Y que onda con el regreso al templo de Baco?

Saludos!